lunes 23 de septiembre del 2024
El Diario del Maule Sur
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Hoy
Opinión 13-07-2021
ELOGIO A LA LOCURA



¿Cuál es el límite entre la locura y la insensatez?
La demencia de los poderosos. La locura de los científicos y los aventureros, la locura de la cruz, que abandonan todo lo que la sociedad les prodiga como conveniente.
La necesidad de la necedad.
El placer es la sal y pimienta de la necedad
En no reflexionar nada radica la vida placentera (Sófocles “Ajax”)
Los que menos saben son los que menos se disgustan.
A medida que pasan los años se vuelve unos más serio.
La vejez se parece a la puericia en todo.
Lo que envejece es la sabiduría, el conocimiento y la experiencia.
La necedad prolonga la juventud. Para mantenerse lozano, hay que ser necios.



En estos días en que el encierro, la pandemia, los estallidos sociales a través del mundo, van dando a luz a un nuevo despertar, uno de los aspectos fundamentales que ha sido tocado de manera profunda, es nuestra estabilidad mental. No solamente lo emocional, sino también esa capacidad de la cual nos vanagloriamos, suponiendo que nos diferencia del resto de los animales: la pretendida facultad de raciocinio, que nos ha instalado como la especie dominante sobre la tierra.
Actualmente son tanto los estímulos y variables que se estrellan contra nuestra capacidad de procesamiento, que parece que cada vez nos alejamos más de la cordura. Esta confusión muy probablemente ha exacerbado las pasiones y ha llevado a muchas personas a pensar y ver engendros de diversos tipos y pelajes en cada recodo del camino.
Sin embargo, si somos medianamente objetivos y revisamos someramente la historia y la realidad a nuestro alrededor, aceptaremos que a menudo no es la mesura y la inteligencia las que predominan en las decisiones públicas. Los diversos ámbitos del funcionamiento social se ven permeados frecuentemente por actitudes y determinaciones lejanas a la razón y más cercanas a la estupidez y al despropósito.
¿Estará en el ADN de nuestra naturaleza actuar o preferir actuar desatinadamente?
“La necedad prolonga la juventud. Para mantenerse lozano, hay que ser necios”, afirmaba Erasmo en el Renacimiento, prestando voz a un personaje abstracto creado por él en su famoso monólogo “Elogio a la locura”, título mal traducido del original en latín “Stultitiae Laus” (“Elogio a la Estupidez”). En ella la Estulticia de ufanaba de ser ella un factor fundamental para el sostenimiento de la vida humana. Alegaba que, de no ser por ella, la misma existencia del hombre y la sociedad serían imposible. Si cada uno de nosotros se detuviera siquiera un poco a considerar lo insensato de nuestros actos, no habrían casorios, ni familias, ni negocios, educación o cualquier tipo de engorroso y molesto emprendimiento.
Lo que hace envejecer y volverse serio y amargado, es precisamente el discernimiento, la sabiduría y la experiencia. En cambio el placer es la sal y pimienta de la necedad, declara, Y esto parece no estar tan alejado de la realidad, cuando vemos a nuestro alrededor florecer y enarbolarse verdaderos monumentos a la sandez, con propuestas “artísticas”, recetas políticas y posiciones “filosóficas” condenadas por su simpleza a desaparecer prontamente o servir de herramienta para hundir definitivamente los pocos equilibrios que van quedando.
Evidentemente, la obra aludida fue escrita por el eximio pensador como una ironía y todos sabemos que este tipo de texto se caracteriza por hacerse cargo de una situación real más o menos triste, para reflexionar sobre ella, en una forma cómica y descreída.
Ya más en serio, el conocimiento, los talentos y la dedicación de una persona son, por lo general, causa de persecución y menosprecio, pensaba Erasmo de Rotterdam. Lo hacía mientras observaba, entonces al igual que hoy, como las instituciones se llenan de incompetentes, que buscan con denuedo a otros como ellos (o peor, incluso) , para eclipsar y perseguir a los pocos que saben, a los que logran mantener a medio morir saltando el entramado de esta sociedad.



Juan Gajardo Quintana





Freddy Mora | Imprimir | 567