Claves para entender la felicidad en Chile

17-04-2025



Sebastián Rojas
Profesor Asociado, Escuela de Psicología, Universidad Andrés Bello




“¿Es Chile un país más infeliz?” Esta fue la pregunta de un informe internacional que recientemente se publicó. El cual indicó que bajamos siete puestos en el Reporte de Felicidad Mundial alcanzando la peor posición desde que comenzó esta medición en 2018.
¿Somos un país infeliz? ¿Qué significa eso? ¿Es la cultura de la infelicidad la que nos arrastra con un modelo económico que sostiene el malestar, o parte de nuestra idiosincrasia? Las explicaciones se multiplican, pero reducir la infelicidad a una sola causa, individual o estructural, es tan fácil como peligroso.
Más allá del promedio general, vale la pena observar las dimensiones que mide este informe: esperanza de vida saludable, apoyo social y libertad para tomar decisiones, entre otras. Estos son factores profundamente sociales que requieren de políticas públicas sostenidas. Pues si bien Chile puede estar fallando en estas dimensiones, sería equivocado quedarnos solo con la idea de que “somos un país poco feliz”. Felicidad y bienestar son experiencias subjetivas, pero también relacionales, moldeadas por condiciones materiales e institucionales. No son fruto de una “decisión personal”, como repite la cultura pop y el coaching. Son procesos discontinuos que dependen de oportunidades, vínculos y contextos.
Por eso es tan relevante que el informe 2025 ponga el foco en el cuidado. Esto entendido como las prácticas cotidianas que sostienen, reparan y preservan la vida. Algo esencial para construir bienestar. No se trata solo de apoyo emocional, sino también de condiciones materiales, vínculos de confianza y políticas públicas que permitan que la vida sea vivible.
En Chile, tras el estallido social y la pandemia, se ha vuelto evidente la predominancia de una sensación de fractura: con las instituciones, con los otros, con los espacios compartidos. Recuperar la posibilidad de cuidarnos y de sentirnos cuidados, por el Estado, por nuestras comunidades y por quienes nos rodean, es clave para reconstruir esa base común que hace posible el bienestar.
Ejemplos de esto tenemos en distintas escalas y niveles. En nuestro país, iniciativas como el programa Chile Crece Contigo muestra cómo el cuidado infantil es pensado como una infraestructura pública que sostiene la vida desde los primeros años. Y que además pone el foco en los cuidadores como parte integral de lo que también necesita ser cuidado. También el Sistema Nacional de Apoyos y Cuidados (Chile Cuida), que, pese a las dificultades en su formulación y lanzamiento, busca aliviar la carga de quienes cuidan, apoyando sus prácticas cotidianas de cuidado.
En la vida cotidiana, el cuidado puede manifestarse en acciones tan simples como una vecina que cuida a los hijos de otra vecina mientras ella trabaja. O una red de apoderados que se organiza para acompañar a sus hijos en el trayecto al colegio. También en un consultorio que entrega atención oportuna en salud mental, o en un municipio que ofrece espacios seguros y gratuitos para el deporte y la recreación. Estos gestos, muchas veces invisibles, sostienen la vida en común.Porque ser felices no es una tarea individual: es una apuesta colectiva, profundamente social y, sobre todo política.


http://www.diarioelheraldo.cl/noticia/-claves-para-entender-la-felicidad-en-chile | 19-04-2025 07:04:36