La cultura de la violencia y el desafío de la escuela líquida

22-04-2025


Eliseo Lara Órdenes
Director Programa de Pedagogía en Educación Media
Universidad Andrés Bello

El sociólogo francés François Dubet hace ya varias décadas escribió una pieza fundamental para entender la actual crisis social que tienen los diferentes aparatos institucionales que reglan la cultura. En “El declive de la institución” aborda los cambios que tres pilares de la República sufren con las crisis. Uno de ellos es la pedagogía, pero particularmente el representante físico de ese aparato institucional: el profesor o la profesora.
Esta crisis consistente con la pérdida de autoridad de quien la ejerce en el aula es sólo una parte de las múltiples problemáticas que estamos viendo a diario que ocurren en los establecimientos escolares. Agresiones de alumnos/as y apoderados a docentes y viceversa se está haciendo común en la agenda noticiosa y mientras unos apelan a leyes que sigan bajando la responsabilidad penal y/o normativa de la niñez y adolescencia, otros creen que decretando con leyes la definición de lo que es una sana convivencia se pondrá fin al problema.
No obstante, quienes nos dedicamos a los fenómenos culturales y educacionales sabemos que eso es letra muerta si no hay un plan de implementación efectiva y prolongada (al menos de 8 años, como muestra la evidencia científica), no habrá cambios. No es un proceso breve como quisieran algunos, al contrario, es largo y económicamente muy costoso. Pero hoy estamos haciendo decretos y leyes, normas y protocolos todas las semanas, las mismas que se han convertido en un agobio extra al ya reglado trabajo docente, donde cada hecho noticioso activa un nuevo decreto, norma o circular ministerial.
Esto evidencia dos cosas, por una parte, lo reactivo del sistema y por ende su nula preparación y creación de condiciones efectivas de prevención y, por otra, un profundo desconocimiento de la realidad diaria que se está viviendo no en el colegio, sino en las comunidades, entiéndase por estas, poblaciones, comunas y pueblos rurales.
Hoy se ha instalado una cultura de la violencia, producto de la lógica del amedrentamiento, y una creación imaginaria de que estamos bajo un peligro permanente cada uno de nosotros, que hay un miedo reactivo. Frente a un llamado de atención del docente hay un reclamo desmedido de un estudiante, frente a una diferencia de opinión hay una cancelación y ruptura de relaciones, frente a una identidad deportiva, como la elección de un equipo de futbol, hay una rivalidad que simboliza una guerra en personas que conviven en las mismas calles y las mismas aulas.
La cultura de la violencia que estamos teniendo no es sólo efecto de una crisis institucional como lo postula Dubet, sino también un discurso público que nos refiere un mundo en conflicto, disputa o guerra. Así es difícil que se sostengan los pilares básicos de una democracia como el respeto, la tolerancia y la tan preciada libertad.
Hoy tenemos una tarea importante, mejorar la cultura y bajar los niveles de violencia requieran de intervenciones efectivas y para eso no se trata de leyes sino de presupuesto. Para volver a sentir que vivimos en un mundo seguro, no debemos tener el mismo portonazo por horas en los canales de televisión como si fuera un acto recurrente. Y finalmente, si quieres una sociedad que respete sus instituciones tenemos que ser probos y juzgar de forma eficiente la corrupción. La escuela líquida, para usar el concepto de Bauman, es aquella que se adapta a la realidad social que tiene, y si la cultura dominante es violenta, la escuela líquida también lo será.


http://www.diarioelheraldo.cl/noticia/la-cultura-de-la-violencia-y-el-desafio-de-la-escuela-liquida- | 22-04-2025 07:04:04