24-04-2025
Dr. Eduardo D. Muñoz, Director licenciatura en Historia Universidad Andrés Bello
En marzo de 2013, cuando Jorge Mario Bergoglio y 114 cardenales se encerraron en cónclave en la Capilla Sixtina, tras la sorpresiva renuncia del benemérito Benedicto XVI, la Iglesia Católica enfrentaba una de las crisis más complejas de su historia reciente: escasez de vocaciones sacerdotales, escándalos sexuales y financieros. Además de la masiva fuga de fieles dibujaban un panorama sombrío para una institución que, poco a poco, parecía perder su influencia y credibilidad en el mundo contemporáneo.
Conscientes del delicado escenario, los cardenales reunidos en cónclave alcanzaron un consenso tras cinco votaciones. El humo blanco, símbolo del acuerdo, anunció al mundo católico la elección de un nuevo pontífice. La designación de un Papa jesuita y latinoamericano —por primera vez en la historia— no solo subrayaba la dimensión universal de la fe, sino también una clara voluntad de renovación dentro de la casa de San Pedro. Así, Jorge Mario Bergoglio, bajo el nombre pastoral de Francisco, se convirtió en el tercer Papa del siglo XXI. Y hasta entonces, en el único capaz de interpretar con lucidez los profundos desafíos que este milenio impone a la Iglesia.
Entre esos desafíos, Francisco identificó como fundamentales la reducción de una estructura burocrática excesiva. Una que distanciaba la figura papal de los fieles, y la restauración de una Iglesia pobre, con presencia activa en zonas de gran dinamismo demográfico, como África subsahariana, donde convergen la histórica presencia del islam y el auge del movimiento evangélico.
Ambas tareas fueron estratégicas para su pontificado. El Papa Francisco no solo fue una figura carismática, sino también el gobernante de uno de los Estados más pequeños del mundo, pero con una enorme presencia global. Estas prioridades marcaron su labor, su estrategia comunicativa y sus principios pastorales. Por ello, resulta legítimo realizar un breve balance de los logros y valores que guiaron su liderazgo, con miras a los desafíos que enfrentará el futuro cuarto papa del siglo XXI.
Durante sus doce años de pontificado, el Papa demostró un claro enfoque en la modernización del gobierno vaticano y en conectar con las nuevas generaciones, utilizando eficazmente los medios de comunicación actuales. Además, su impulso reformador se tradujo en una reestructuración de la Curia, mediante la creación de un órgano compuesto por cardenales representantes de cada continente, lo que culminó con la promulgación de una nueva constitución apostólica en 2022. Los resultados de dicha reforma, a mediano y largo plazo, quedarán en manos del nuevo pontífice.
Tras estas transformaciones, los valores de humildad, tanto material como simbólica, se consolidaron como el principio rector del liderazgo de Francisco. Estos valores dieron forma a una evangelización centrada en las bases sociales y geográficas de la Iglesia. La actual composición del Colegio Cardenalicio, elegido bajo criterios de equidad geográfica, será clave en el nuevo proceso de elección del metropolitano. Esto reflejará si la Iglesia optará por una continuidad valórica y evangelizadora, o por una modificación del camino trazado en los últimos doce años.
http://www.diarioelheraldo.cl/noticia/reflexiones-tras-la-muerte-del-papa-francisco | 24-04-2025 08:04:32