¡Restaurar la naturaleza, ya!: Una decisión con impacto real

24-04-2025


Dr. Cristian Echeverría Leal
Director
Proyecto Campus Naturaleza UdeC



Cada 22 de abril, el Día de la Tierra nos recuerda que no hay bienestar humano sin ecosistemas sanos. Pero más allá de la conmemoración, esta fecha interpela nuestras decisiones colectivas en un momento crítico. Chile, país reconocido por su riqueza biológica, atraviesa una crisis socioecológica: de las 1.546 especies clasificadas a nivel nacional, un 63% se encuentra en alguna categoría de amenaza o ya ha desaparecido, mientras que más de la mitad de los ecosistemas terrestres presenta grados de degradación que comprometen su funcionamiento ecológico. A esto se suma la sobreexplotación de pesquerías y la fragmentación progresiva de los hábitats producto de la expansión urbana, forestal y agrícola.

Esta pérdida de biodiversidad no es solo un drama ambiental, es también un riesgo estructural para la sociedad. Los ecosistemas naturales prestan servicios fundamentales para el desarrollo humano: regulan el clima, purifican el aire y el agua, controlan enfermedades, capturan carbono, mantienen la fertilidad de los suelos, permiten la polinización y sostienen la seguridad alimentaria. Su degradación implica la pérdida progresiva de estos servicios, afectando especialmente a las comunidades más vulnerables y a las generaciones futuras.

Ante este escenario, la restauración ecológica se consolida como una de las estrategias más eficaces para enfrentar simultáneamente las crisis climática, de biodiversidad y de salud humana. A nivel internacional, iniciativas como el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas y la Iniciativa 20x20 en América Latina —que busca restaurar más de 50 millones de hectáreas hacia 2030— reflejan un compromiso creciente con esta agenda. En Chile, experiencias como la restauración del Parque Nacional Nonguén, mediante el reemplazo de especies invasoras por la reintroducción de especies nativa bajo estándares internacionales, muestran que es posible recuperar funcionalidad ecológica y biodiversidad incluso en áreas severamente alteradas.

Pero restaurar no es solo plantar árboles. Implica comprender y restituir los procesos ecológicos y las interacciones que definen a un ecosistema saludable. Supone planificación de largo plazo, participación de las comunidades, integración de saberes locales y ciencia aplicada. También requiere colaboración intersectorial, desde el mundo público y académico hasta el sector privado, que tiene un rol clave en transformar modelos productivos hacia esquemas regenerativos.

En un contexto de acelerada transformación del paisaje, los espacios restaurados pueden convertirse en refugios para especies en peligro, corredores biológicos que conecten fragmentos de bosque nativo, o zonas de amortiguación frente a incendios forestales y eventos climáticos extremos.

En este Día de la Tierra, la evidencia científica y la experiencia acumulada nos convocan a asumir una responsabilidad ineludible: restaurar la naturaleza no es una opción, es una urgencia ética, ecológica, económica y social. Proteger la biodiversidad no es solo conservar lo que existe, sino también recuperar lo que hemos perdido. Todavía estamos a tiempo de revertir esta tendencia, pero solo si transformamos nuestras prácticas y asumimos que el desarrollo sustentable exige cuidar el componente base – la naturaleza- que lo hace posible.


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