viernes 07 de febrero del 2025
El Diario del Maule Sur
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Opinión 24-10-2021
CENTENARIO Y CINCUENTENARIO DE PABLO NERUDA
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NERUDA EN SANTIAGO
Pablo Neruda aparece en Santiago y en la Revista “Claridad” de la FECH, en el Número 12 del 22 de enero de 1921. El poeta estampa por primera vez su seudónimo que lo llevará a la inmortalidad. Junto al artículo se incluye una fotografía con vestimenta ciudadana: corbata, sombrero alto y chambergo sobre los hombros. Tiene sólo diecisiete años, pero intenta una apostura mayor.
Ha ganado un lugar en las apetecidas páginas de la entonces célebre y hoy legendaria revista “Claridad”. Ahí está su rostro serio, inconfundiblemente nerudiano, pero es uno más de los poetas emergentes del momento. Los hubo premonitorios, como Armando Ulloa o Cifuentes Sepúlveda, pero otros se hundieron en el olvido.
Desde luego, al joven poeta le falta ser señalado por un triunfo que lo lleve a la portada de la publicación y lo lance a los cuatro vientos de los rincones de aquel Chile donde llega la revista. Hasta ahora es un nombre, con algún talento, pero no ha subido escalón alguno de la esquiva fama.
Neruda vuelve a parecer en las páginas de “Claridad” del 2 de julio de 1921. Es una prosa fuerte, hiriente y agresiva. Se titula “Sexo” y narra, con ácido acento, el nacimiento de deseo sexual en el hombre. Ni antes ni después, en esos años de moral cínica, con rasgos de edad media y olores a incienso, hay un grito tan fuerte y taladrante como el que escribe Neruda en esta oportunidad.
SE ABREN LAS FIESTAS DE LA PRIMAVERA
Neruda no se mezcla en las discusiones políticas que proliferan en cada edición de “Claridad”. Tal vez busca el minuto exacto para emerger ante la sociedad del momento. Ello vislumbra cuando, en la edición del 13 de agosto de 1921 –hace un siglo, no lo olvidemos – se publican las “Bases de los distintos concursos de las próximas fiestas de la Primavera”. Se expresa que se hace con la debida antelación y los concursos de los diferentes números, se cierran el 10 de septiembre a las doce de la noche. Se convoca a sainetes, obras teatrales, música, carros para la farándula, disfraces, etc.
El 27 de agosto del 21, se abre el “Concurso de Prólogos”, donde los autores deberán presentar un tema relacionado con la Fiesta de la Primavera, el trabajo debe ser breve y se otorgarán dos premios. Este prólogo es el que, años más tarde se transformaría en el “poeta laureado” que elogiaba a la reina de esos festejos.

NERUDA EMERGE HACE UN SIGLO
En 1920 fue poeta laureado Roberto Meza Fuentes (aunque, como se ha dicho, la composición se denominaba “prólogo” y no reunía las condiciones de una alabanza a la reina de turno) y en estas circunstancias, Meza, fue designado jurado del certamen de 1921 junto a Roberto Schweitzer. Se presentaron sesenta participantes; de entre esas composiciones se eligió la que firmaba el seudónimo de Sacha Yegulev. Abierto el sobre, encontraron el nombre de Pablo Neruda, también ficticio, por cuanto el autor era Ricardo Neftalí Reyes.
Meza Fuentes narró después a Hernán Millas que esa fue la primera vez que “se oyó hablar de Neruda” Y el poema gustó y fue honrado con el ansiado primer lugar
con el cual Neruda saltó súbitamente a la primera plana de “Claridad” y además a los ojos de los santiaguinos y de Chile, donde la revista se difundía en gran porcentaje.
Lo cierto es que, en la edición número 38 del 15 de octubre de 1921, ilustrada por un cuadro de Isaías Cabezón y por primera vez utilizando policromía, se publica la legendaria composición con que Neruda saluda a las fiestas primaverales, que preside la joven Yolanda Ugarte Labbè, hija del político radical Rogelio Ugarte, uno de los partidos gobernantes en la Moneda. Los versos tienen sólo entusiasmo juvenil. Esta vez el poeta deja de lado recriminaciones y pensamientos profundos o anárquicos. Es, como lo dice su nombre, una canción “de la fiesta”.
Los organizadores avisan al poeta, que ha viajado a Temuco por esos días. Contesta con un breve telegrama: “Voy”.
Pero su apariencia debilitada, casi raquítica y ojerosa, causa murmullos entre los encargados de la velada. Neruda advierte la situación y decide declinar el honor de la lectura de sus versos, en el Teatro Politeama, el 17 de octubre de 1921. Los declama Meza Fuentes, disfrazado de Pierrot, que poco calza con su rellena figura que le acompañó de por vida.
“La Canción de la Fiesta” no figura en las “Obras Completas” de Neruda, por cuanto lo consideró un pecado de juventud. Ganó trescientos pesos, pero además, aunque más tarde le negase mérito literario, lo ubicó en el firmamento literario del momento, del que jamás descendería. Exactamente medio siglo más tarde, el 21 de octubre de 1971, logra el Premio Nobel, muchos años apetecido, largamente buscado y que sí fue más cuantioso que los escasos billetes de 1921.

LA EXTRAÑA COINCIDENCIA DE “CREPUSCULARIO”
En “Claridad” del 28 de octubre de 1922, se anuncia el próximo lanzamiento de “Crepusculario”, el legendario y primer libro de Neruda. La obra estaba ya en originales en la oficina editora de la revista de la FECH. El aviso vuelve a aparecer el 11 de noviembre de ese año, bajo el poema “Palabras de Amor”. Esta vez, en una curiosa y premonitoria coincidencia, el nombre de Neruda se ubica junto al de Gabriela Mistral, de la que se prometen “nuevos poemas”. Algo inasible unía a los dos valores que subirían las escalas de la Academia Sueca.
Pero la obra se demora, tal vez razones pecuniarias o acuciosas revisiones de su autor, que dilatan el ingreso a las prensas de esos poemas llamados a ser eternos.
Llega 1923 y ya “Claridad” proclama en su edición del 21 de julio de 1923 que “Crepusculario”,”poemas de Pablo Neruda”, aparecerá por esos días. Incluso se fija el precio del ejemplar: $ 4.50.
Pero, pese a los reiterados avisos del advenimiento de la legendaria obra, sólo el 1 de septiembre de 1923, “Claridad” informa a sus numerosos adherentes, que lean “Crepusculario”. Sí, es septiembre, cincuenta años antes del inicio de la agonía del vate, en el turbulento mes de 1973.
El nombre del poeta se asienta en la arena literaria de esos años. Meza Fuentes, de hondas raíces maulinas, dijo que sólo en octubre de 1921 “supieron de Neruda”. Antes, fue su prehistoria oculta y deshilvanada de Temuco y de su vacilante participación en los Juegos Florales de Cauquenes de 1919. Ahora, próximo a cumplir los dieciocho años y a un siglo de distancia con nuestra época, se eleva a los inaccesibles estratos de las letras capitalinas.
No sabemos por qué Neruda negó esa época de su creación, qué razón lo llevó a desdeñar las prosas y poemas que desperdigó en las páginas de “Claridad” y marginarlas de sus obras completas. No son “pecados de juventud”, como él las califica, sino que piezas de enorme valor sentimental. Quien lea “La Canción de la Fiesta”, a cien años de su creación, siente brotar los aromas de esa primavera lejana.
1921 y 1971. Un siglo y medio siglo. Toda una vida nerudiana del poeta más famoso y que, sin embargo, sigue siendo un desconocido.







Pablo Neruda aparece por primera vez en Claridad, fotografiado como un elegante, edición del 22 de enero de 1921.




Retrato de Neruda, de Isaías Cabezón, que ilustró su primer libro, Crepusculario de 1924.




Portada de Claridad del 15 de octubre de 1921, con el poema que abriría la fama de Neruda.



Extraña coincidencia, en la revista Claridad de noviembre de 1924: aparece el aviso de dos obras de los futuros premios Nobel de Chile



Aviso de la publicación de La Canción de la Fiesta, de Neruda, en octubre de 1921, que sin embargo el poeta excluyó de sus Obras Completas, por considerarlas un pecado de juventud.

1971: la noticia que estremeció a Chile y al mundo



Jaime González Colville
Academia Chilena de la Historia
Freddy Mora | Imprimir | 1757