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martes 25 de marzo del 2025
Opinión 25-03-2025
Defensores de nuestra memoria colectiva

José Albuccó, académico Universidad Católica Silva Henríquez y creador del blog Patrimonio y Arte
Este 20 de marzo recién pasado -cuando se produjo el equinoccio de otoño- celebramos el Día Internacional de la Narración Oral, práctica que nos acompaña a los seres humanos desde que comenzamos nuestro habitar en la tierra, y que es tan antigua como la observación del ciclo natural de las estaciones del año.
La narración oral es un acervo invaluable de los pueblos, y consiste en la tradición de contar historias a viva voz. Nace cuando los hombres y mujeres se reunían en torno al fuego y compartían experiencias y visiones sobre su existencia y al mundo que los rodeaba: la vida y la muerte, el nacimiento de los hijos, el significado de los astros, el poder del viento y el agua, los cambios climáticos, la fuerza y habilidad de los animales, y muchos otros asuntos de su cotidianeidad. Aunque relegada por la palabra escrita, ha sido y sigue siendo un vehículo crucial de transmisión de conocimientos, símbolos, valores, creencias y memorias colectivas, es decir, del patrimonio inmaterial de la humanidad.
En el Chile actual, donde pareciera que las redes sociales monopolizan la comunicación entre las personas, existen muchos cultores del ancestral oficio de la oralidad, que mantienen vivos los relatos tradicionales de sus comunidades, contribuyendo a generar nuevas audiencias a lo largo del todo el territorio nacional. Por nombrar sólo dos casos: Carlos Genovese -reconocido en 2023 con el Premio a las Artes Escénicas Nacionales Presidente de la República-, quien tiene una trayectoria de más de 25 años como narrador oral y dirige su propia escuela en Valparaíso, y Nancy Villarreal, joven actriz oriunda de Quiriquina, que se ha desempeñado como cuentacuentos en micros de la región de Ñuble, llevando este arte a espacios no convencionales.
El desarrollo de habilidades de narración oral es indispensable para desenvolverse en el mundo de hoy. Según distintos expertos, que los niños y niñas escuchen desde temprana edad historias a viva voz les permite una mejor comprensión del significado de las palabras, facilita el aprendizaje de las reglas sintácticas y fortalece su capacidad oratoria. Además, fomenta la lectura, siendo los cuentos que madres y padres relatan a sus hijos su primera aproximación al mundo de los libros y la cultura en general.
En la localidad de Tongoy, en la región de Coquimbo, las actividades de conmemoración del Día de la Narración Oral giraron en torno a la figura de Gabriela Mistral. No fue una elección casual, pues la obra de la poetisa del Valle del Elqui “conserva numerosos rastros del lenguaje oral y parece exigir (…) la lectura comunitaria y no la de la soledad de texto y lector”, explica la académica Ana María Cuneo. Por ejemplo, la palabra “aupar”, muy presente en sus textos, proviene de la expresión infantil "upa" que utilizan los bebés para pedir que sean tomados en brazos.
Gabriela, los innumerables cuentacuentos repartidos por nuestra geografía y todos quienes con su arte realzan la importancia de la oralidad, merecen nuestro homenaje durante todo el año y no sólo un día, reconociéndolos permanentemente como defensores de nuestra memoria colectiva.
Freddy Mora | Imprimir | 171