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Opinión 12-04-2025
EL DIA DE LINARES: UNA REFLEXIÒN NECESARIA
Jaime Gonzàlez Colville
Academia Chilena de la Historia
El diputado don Jaime Naranjo Ortiz, en El Heraldo del 10 de abril pasado, plantea la interesante iniciátiva de establecer el 6 de abril de cada año como “El Día de Linares”, en recuerdo de la hazaña de O Higgins, la primera en la guerra de la Independencia y que dio comienzo a esa lucha por la libertad, que duró cinco años hasta el 5 de abril de 1818.
Pero estimamos que la acertada postura de don Jaime Naranjo requiere de algún debate previo.
Debemos recordar, a la manera de preámbulo, que en febrero pasado, la ciudad de Talca, en medio de los tropicales festejos de la presunta firma del acta de la Independencia en esa localidad (decimos presunta, porque no fue efectiva) se planteó iniciar gestiones para declarar a la capital regional “cuna de la independencia”.
Sin que pretendamos ser aguafiestas de la embriaguez de chilenidad de los piducanos, en un largo artículo que publicamos en un medio de prensa regional, precisamos que, en primer lugar ni en esa villa, ni en Santiago ni en poblado alguno del Chile del 12 de febrero de 1818 se firmó el acta en referencia, sino que se “juró adhesión a ella”, sin rúbrica de por medio.
A ello agregamos que el monumento a O Higgins ubicado en el frontis del municipio de esa ciudad, donde el Director Supremo aparece firmando en uniforme de gala y con banda tricolor terciada al pecho, es un traje que jamás fue vestido por el prócer y que, el único retrato en que se le ve con tenida de parada, es de 1822, hecho por el pintor Gil de Castro, y muy distinto al exhibido en Talca y que la banda que ciñe es de color azul, similar a la que, hasta hoy, usan los nobles Borbones.
Y agregamos un dato más ingrato aún. El único lugar en que la bandera chilena fue arriada, es en Talca, con la firma del Tratado de Lircay el 3 de mayo de 1814, donde estamparon sus rúbricas OHiggins por Chile y Gabino Gainza por España y en el cual, junto con reconocer y rendir pleitesía a la corona hispana, se daba “uso y respeto” a la bandera española, bajando del mástil la enseña de la Patria Vieja que había flameado victoriosa desde 1812 y más precisamente en Linares y Yerbas Buenas en 1813.
Entonces, si volvemos a Linares y a la propuesta del diputado Naranjo ( y para no caer en los arrebatos piducanos), estimamos, con el debido respeto al señor legislador, que proclamar el 6 de abril como el “Día Nacional de la Ciudad de Linares”, deja en penumbras sus razones y obliga a una explicación de los objetivos.
Pero, sí nos acercamos a los fundamentos del 6 de abril con la frase: “Linares, Día Natal de la Patria”, dando vigor al lema instaurado, donde se manifiesta que la patria “nace en Linares”.
Y en ello no hay donde perderse: la toma de Linares (6 de abril de 1813) y la Sorpresa de Yerbas (27 de abril de 1813) ocurren en la jurisdicción de la Villa de Linares. Tras estos hechos de armas, difundidos con caracteres de grandes victorias por “El Monitor Araucano”, único periódico de Santiago, reforzaron el alma nacional, cohesionaron a los chilenos en torno a sus autoridades, fuerzas armadas y bandera, la cual fue proclamada oficialmente en julio de 1813.
Es decir, había nacido el sentimiento de nacionalidad, de patria, de orgullo de ser chileno y sentirse capaz de vencer al invasor.
Es decir, en Linares se había acunado la naciente Patria.
Academia Chilena de la Historia
El diputado don Jaime Naranjo Ortiz, en El Heraldo del 10 de abril pasado, plantea la interesante iniciátiva de establecer el 6 de abril de cada año como “El Día de Linares”, en recuerdo de la hazaña de O Higgins, la primera en la guerra de la Independencia y que dio comienzo a esa lucha por la libertad, que duró cinco años hasta el 5 de abril de 1818.
Pero estimamos que la acertada postura de don Jaime Naranjo requiere de algún debate previo.
Debemos recordar, a la manera de preámbulo, que en febrero pasado, la ciudad de Talca, en medio de los tropicales festejos de la presunta firma del acta de la Independencia en esa localidad (decimos presunta, porque no fue efectiva) se planteó iniciar gestiones para declarar a la capital regional “cuna de la independencia”.
Sin que pretendamos ser aguafiestas de la embriaguez de chilenidad de los piducanos, en un largo artículo que publicamos en un medio de prensa regional, precisamos que, en primer lugar ni en esa villa, ni en Santiago ni en poblado alguno del Chile del 12 de febrero de 1818 se firmó el acta en referencia, sino que se “juró adhesión a ella”, sin rúbrica de por medio.
A ello agregamos que el monumento a O Higgins ubicado en el frontis del municipio de esa ciudad, donde el Director Supremo aparece firmando en uniforme de gala y con banda tricolor terciada al pecho, es un traje que jamás fue vestido por el prócer y que, el único retrato en que se le ve con tenida de parada, es de 1822, hecho por el pintor Gil de Castro, y muy distinto al exhibido en Talca y que la banda que ciñe es de color azul, similar a la que, hasta hoy, usan los nobles Borbones.
Y agregamos un dato más ingrato aún. El único lugar en que la bandera chilena fue arriada, es en Talca, con la firma del Tratado de Lircay el 3 de mayo de 1814, donde estamparon sus rúbricas OHiggins por Chile y Gabino Gainza por España y en el cual, junto con reconocer y rendir pleitesía a la corona hispana, se daba “uso y respeto” a la bandera española, bajando del mástil la enseña de la Patria Vieja que había flameado victoriosa desde 1812 y más precisamente en Linares y Yerbas Buenas en 1813.
Entonces, si volvemos a Linares y a la propuesta del diputado Naranjo ( y para no caer en los arrebatos piducanos), estimamos, con el debido respeto al señor legislador, que proclamar el 6 de abril como el “Día Nacional de la Ciudad de Linares”, deja en penumbras sus razones y obliga a una explicación de los objetivos.
Pero, sí nos acercamos a los fundamentos del 6 de abril con la frase: “Linares, Día Natal de la Patria”, dando vigor al lema instaurado, donde se manifiesta que la patria “nace en Linares”.
Y en ello no hay donde perderse: la toma de Linares (6 de abril de 1813) y la Sorpresa de Yerbas (27 de abril de 1813) ocurren en la jurisdicción de la Villa de Linares. Tras estos hechos de armas, difundidos con caracteres de grandes victorias por “El Monitor Araucano”, único periódico de Santiago, reforzaron el alma nacional, cohesionaron a los chilenos en torno a sus autoridades, fuerzas armadas y bandera, la cual fue proclamada oficialmente en julio de 1813.
Es decir, había nacido el sentimiento de nacionalidad, de patria, de orgullo de ser chileno y sentirse capaz de vencer al invasor.
Es decir, en Linares se había acunado la naciente Patria.
Freddy Mora | Imprimir | 142