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Opinión 01-09-2022
LA BANDERA DE CHILE… ¿CUÀNTO SABEMOS DE ELLA?
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Jaime Gonzàlez Colville
Academia Chilena de la Historia
La bandera de Chile está de actualidad no por ser honrada (viene septiembre) sino por un ultraje vergonzoso que tal vez no vale la pena recordar.
Pero ayer comentaba con algunas personas cuánto sabemos del emblema patrio, en un análisis sin fanatismos ni exaltaciones histriónicas a las que somos un poco adeptos los chilenos.
Este año se cumplieron doscientos diez años de la creación del pabellón. No era igual al actual, es cierto, como tampoco la patria de esa época es la de ahora.
Una versión de Internet, dice que la bandera fue oficializada el 17 de octubre de 1817, gobierno de O Higgins. Se parte con un error.
Veamos:
Tras la constitución de la junta de gobierno de 1810, se continuó usando la bandera española. Como se sabe, la idea de ese organismo era “guardar” al Reino de Chile para restituirlo a Fernando VII cuando el monarca volviese a su trono, del que fue despojado por los franceses.
Así se mantuvieron las cosas hasta 1811, en que regresa a Chile Josè Miguel Carrera, Sargento Mayor de los Húsares de Galicia, por cuanto había combatido junto a los españoles contra las fuerzas napoleónicas.
Inicia un proceso separatista sin muchas sutilezas, pero crea los símbolos fundamentales de una república y patria: bandera, escudo y un reglamento constitucional.
Pero hablemos del emblema patrio. Se dice, sin base documental, que fue bordado por doña Javiera Carrera, existe el aserto que la noble dama lo habría reconocido así a Vicuña Mackenna. Fue izado por primera vez el 4 de julio de 1812, en el banquete ofrecido a Joel Poinsett, cónsul de Estados Unidos en Chile, con motivo del aniversario de ese país.
Según Camilo Henríquez los tres colores, azul (superior) blanco (al medio) y amarillo, (abajo) representaban la majestad, la ley y la fuerza, pero otra versión, del investigador Eulogio Rojas Mery, dice que simbolizaban el azul del cielo, el blanco de las montañas y el amarillo de los trigales.
La bandera tenía un escudo que mostraba a dos indios resguardando un monolito que sostienen un globo terráqueo. Tenía dos leyendas en latín: la superior se traducía como “Después de las tinieblas, la luz” y la inferior expresaba “Por Consejo o por Espada”. Más tarde este lema sería “Por la Razón o la Fuerza”
La noticia de las medidas tomadas en Chile por Carrera indignó al Virrey Josè Fernando de Abascal de Perú. Su furor máximo fue el que se hubiese reemplazado a la bandera hispana. Envió al Brigadier Antonio Pareja a poner las cosas en orden. Ya sabemos cómo le fue en Yerbas Buenas. La bandera tricolor, mal llamada de la Patria Vieja, recorrió desde Santiago hasta Chillan al frente del primer ejército chileno. Fue la misma que cruzó los campos linarenses y apareció como un estremecedor designio ante los realistas en Yerbas Buenas.
Tras estas acciones, el General Carrera oficializó la bandera mediante decreto de junio de 1813. Pero este acto administrativo no fue recogido en la recopilación de leyes de la república que tenemos a mano. El emblema se enarboló en el Palacio de Gobierno (hoy Museo Histórico de Santiago) y en todos los edificios públicos.
Pero, tras la desperfilada intentona de Gabino Gainza, que no logró recuperar el Reino de Chile, el Virrey envió a Mariano Osorio, un militar de fuste y quien venía dispuesto a expulsar a los independentistas de Chile.
Vino la trágica batalla de Rancagua. Encerrado en esa plaza, O Higgins hizo poner crespones negros a las banderas chilenas. Las fuerzas hispanas atacaron dos días, tras lo cual los independentistas debieron evacuar con grandes dificultades la villa, cabalgando hacia Santiago. Osorio dio una orden enigmática a sus oficiales: recoger y conservar las banderas enemigas. Sin embargo aguardó unos días para entrar a la capital, a fin que sus hombres primero “ordenaran” la ciudad. Lo hizo el 9 de octubre y con esa fecha asumió la Gobernación del Reino de Chile. Las familias guardaron apresuradamente los emblemas nacionales para izar el pabellón español y lanzar una lluvia de flores sobre el general vencedor.
Pero un día después Osorio recibe la nada grata noticia de que los chilenos se reorganizaban en Los Andes, a las órdenes de Carrera. De inmediato envía a su mejor oficial, Ildefonso Elorriaga.
Éste se aproxima a la villa. No se atreve a ingresar ante la desafiante muestra de fuerzas, además de ver ondear la bandera tan temida por ellos. Ante los primeros disparos regresa a Santiago y avisa a Osorio. Este deja los “la mesa servida “de los festejos y parte hacia Los Andes. El General Carrera se adentra en la cordillera y se hace fuerte en la Ladera de Los Papeles. Allí resiste el 12 y 13 de octubre, hasta que, con pesar, debe dejar su patria. Otra vez Osorio pide guardar las banderas enemigas. Son cuatro emblemas, que se unen a los cinco capturados en Rancagua.
El General hispano, en la Villa de Santa Rosa, redacta un oficio para el Virrey. Lo fecha el 14 de octubre para hacerlo coincidir, zalameramente, con el cumpleaños del Rey Fernando VII. Tras varias consideraciones, le dice que le envía nueve banderas tomadas a los insurgentes, rogando a V.E. “las lleve al convento de Santo Domingo y las ponga a los pies de Nuestra Señora del Rosario, Patrona del Ejército”.
A fines de octubre de 1814, en la goleta Mercedes, una comitiva encabezada por Josè Antonio Rodríguez Aldea (que más sería Ministro de Hacienda de O Higgins) las nueve banderas chilenas fueron llevadas al Virrey Abascal. Pero éste, lejos de ponerlas a los pies de la imagen religiosa, las hizo tender en el suelo a la entrada del Palacio de Gobierno, y “pasó por delante de ellos rodando la carroza del representante de nuestro augusto monarca”. Tras él, lo hicieron las botas de otros dignatarios, que así celebraron el haber recuperado el Reino de Chile. Si de ultraje a la bandera hablamos, este fue el primero, pero nuestros historiadores lo han silenciado.
En 1824, San Martín, cuando estaba en Perú en la Expedición libertadora ubicó estos emblemas y los devolvió a Chile. Nada se sabe qué destino tuvieron.
Tras el Ejército Libertador, vendría otra bandera, hasta llegar a la actual.
Freddy Mora | Imprimir | 1103