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domingo 19 de enero del 2025
Opinión 11-10-2024
LA TEMERARIA II
Rodrigo Biel
Abogado y docente
Decíamos que Urraca le plantó cara a su marido, reaccionando aquel, ante la temeridad de su mujer, con violencia inusitada; la increpa diciéndole: “Eres la causa de mi deshonra, todo el populacho habla de tus amoríos, respondiéndole ella: “Y tú me hablas de honra y de penitencia, tú que prefieres holgar con cualquiera de tus escuderos antes que hacerlo conmigo”. Él la golpeó y la hizo encerrar en la fortaleza “El Castelar” en Teruel.
En el cautiverio le decía a su doncella: “No sé si este aragonés de lengua y costumbres bárbaras es un sodomita, como se rumorea entre los musulmanes, o un monje guerrero que ha renunciado a la carne. No honra mi lecho, cosa que agradezco en lo más hondo, pero tampoco se le conocen amantes. ¿Qué clase de hombres se comporta así?, y acotaba luego, en León una mujer puede ser reina, “defenderé mis prerrogativas con la vida si es necesario”.
Para alegría de la reina, los condes Gómez y Pedro González acudieron a liberarla, para luego recuperar la ciudad de Burgos tomada por El Batallador.
Sin embargo, la ambición su media hermana Teresa y su marido Enrique de Borgoña, fue otra puñalada, que llevó a una confrontación de armas, en un lugar llamado Campo del Espino al sur de Burgos, donde la reina fue derrotada, y muerto el conde Gómez, el amor de su vida. Nuevamente debió salir huyendo del ejercito de su marido, esta vez apoyada, por el conde Pedro González.
Tiempo después, como siempre ocurre, con la ayuda de este conde, llega a acuerdo con su cuñado y entre ambos llegan hasta el castillo de Peñafiel para enfrentar al Batallador; la reina va al campo de batalla, montando un caballo de guerra, con loriga y yelmo, obteniendo una gran victoria.
Urraca y Alfonso el Batallador, eran primos, por lo que la reina pidió al Papa que declara nulo el matrimonio, a lo que Papa accedió por razones de consanguineidad, excomulgándolos a los dos, si no cesaban de inmediato con su convivencia marital, pero no lo podía hacer, lo necesitaba, ahora, para enfrentarse a su hermana y su cuñado. Lo espero con una camisa de hilo fino y perfume de azahar; no hubo llanto ni gemidos, pero pasaron la noche juntos. Luego de esa noche destinada a obtener la ayuda del rey, éste salió a apresar a Teresa, pero ésta avisada huyó.
El aragonés, enfurecido con el Papa por haberlo excomulgado atacó el monasterio de Sahagún, cometiendo un sinfín de atrocidades, que la reina no pudo detener; por lo que decidió, nuevamente, cambiar de estrategia, pidiéndole perdón a su hermana por haberla traicionado, culpando al marido de aquello.
A comienzo del año 1111, Urraca dejó de llevar colgado el anillo del conde de Gómez y se entrega al conde Pedro González de Lara, a pesar que con Alfonso seguían formalmente unidos, pero rara vez compartían el lecho. El Batallador parte a Toledo a defender la ciudad de los gobernantes moros.
Recordad que Urraca tenía un hijo, también llamado Alfonso, quien ahora permanecía cautivo al interior del castillo del Miño, sus cautivadores ofrecían liberarlo si lo ungían rey de Galicia, lo que hicieron en Santiago de Compostela, comprometiéndose el obispo Gelmírez llevarlo luego a presencia de su madre. Camino hacia León, el Batallador, quien se oponía a entronizar a Alfonso como rey de Galicia salió al encuentro de los gallegos aniquilándolos a su mayoría. Con todo, el infante fue salvado por aquel obispo.
La reina quedó embarazada, no de su marido, ya que el padre de Elvira fue el conde de Lara; una vez nacida la dejó encargada a una nodriza de grandes pechos, salió a Santiago, volvió a León y se enfrentó nuevamente a su marido a orillas del río Órbigo; pero el destino y los acontecimiento, hicieron que la reina no entrara a Carrión como la capitana de su ejército, sino que simplemente como esposa, para reconciliarse con su marido, obligada por la hambruna de los habitantes de su reino, que no soportarían esas guerras continuas.
La hermana traicionera, volvió a sus andanzas, envenenando los oídos del rey aragonés contra Urraca, acusándola que lo quería asesinar; él pretendió echarla de su reino, a lo que por cierto ella se negó; la abofeteó, rompió el labio, la escupió y la expulsó del castillo; el niño se trasladaba de un lugar a otro, para que el Batallador no lo encontrara y matara.
Tiempo después, el rey le propuso acordar una nueva reconciliación; a lo que se opuso el obispo Gelmírez, aduciendo que era sacrílego y horrendo que volvieran a un matrimonio ilícito.
Freddy Mora | Imprimir | 306