martes 26 de noviembre del 2024
El Diario del Maule Sur
FUNDADO EL 29 DE AGOSTO DE 1937
Hoy
Agricultura 08-11-2022
A SETENTA AÑOS DE LA ASUNCIÒN PRESIDENCIAL DE DON CARLOS IBAÑEZ DEL CAMPO

Jaime Gonzàlez Colville
Academia Chilena de la Historia


El 4 de noviembre de 1952, justo el día de su cumpleaños y onomástico, don Carlos Ibáñez de Campo se terció la banda presidencial, en la tradicional ceremonia del Congreso Nacional, presidida por don Fernando Alessandri Rodríguez, a cuya familia, incluido él, quien ahora le entregaba los símbolos del poder, Ibáñez hizo salir del país tras asumir la presidencia en 1927. Ello, sin embargo no fue obstáculo para que don Carlos acudiera al velatorio de don Arturo, tras su fallecimiento en agosto de 1950. Eran los tiempos de la decencia espiritual, si cabe la expresión.
Ibáñez del Campo, en su larga vida política de treinta y tantos años, sólo ganó dos elecciones legítimamente. En 1927 fue candidato único y, si bien se presentaron otros siete postulantes a la Moneda, todos ellos recibieron la cárcel o el exilio por su “audaz” decisión. Desde luego, logró casi el cien por ciento de los votos. En nuestra ciudad, la prensa repitió durante cada día de la campaña la frase, “el que no vota por Ibañez es traidor a Linares”. El mensaje, como es de suponer, tenía validez para todo Chile. Al asumir, se terció la banda del malogrado Presidente Balmaceda por obsequio de la familia. Algunos vieron en esto un mal augurio.
En julio de 1931, había sido desalojado del poder tras perder el apoyo del Ejército y se refugió en Argentina. Desde allá observa el panorama con paciencia y calma. La oportunidad se le presenta en la elección presidencial de 1942, donde, tras la muerte de don Pedro Aguirre Cerda, el Partido Radical postula a don Juan Antonio Ríos. Ibañez es proclamado en la plaza de Linares (siempre inició sus campañas en su tierra natal) el 16 de enero de 1942, tras un desfile por calle Independencia desde la estación. Interviene el Alcalde Alberto Camalez y después lo hacen Josè Dolores Alarcón por los radicales doctrinarios (que no apoyaron a Ríos), Humberto Moreno por los liberales, Jorge Gonzàlez von Marèes por la Vanguardia Popular Socialista, Luis García por los “vanguardistas de Linares” y finalmente don Juan Domingo Palacios, por los independientes. Ibáñez lee un corto discurso. Al parecer volverá al poder.
Pero don Arturo Alessandri (que no olvida las vejaciones de Ibáñez) y cuya voz era poderosa y respetada saca una carta oculta: proclama su apoyo sin condiciones a Juan Antonio Ríos, quien logra el 55.96% de los sufragios contra el 44.04% de Ibáñez, quien, pese a la derrota, decide esperar el momento propicio. No es hombre que se impaciente. Además es un buen resultado para quien, once años atrás, fue sacado de la peor manera del sillón de gobierno.
En 1949 postula a una senaduría por Santiago, siendo electo por amplia mayoría junto a Arturo Alessandri, Eduardo Cruz Coke y Ángel Faivovich. Es la primera elección ganada legítimamente.
Pero el otrora poderoso Partido Radical, que ya entera tres periodos en la Moneda sufre un notorio desprestigio: una de las razones es la desmedrada situación economica del mundo a raíz de la Segunda Guerra Mundial e internamente la promulgación de la impopular Ley de Defensa Permanente de la Democracia que ha impulsado el Presidente Gonzàlez Videla. Ibáñez aprovecha esa coyuntura y lanza su postulación. Se autodenomina “el General de la Esperanza”, promete derogar la llamada “ley maldita” y utilizando una escoba como símbolo, declara que “barrerá” con los radicales.
El 4 de septiembre de 1952 logra el 46.79% de los votos, contra el 27.95% de Arturo Matte Larraín 19.95 de Pedro Enrique Alfonso, del Partido Radical y el 5.45% de los sufragios de Salvador Allende quien postula por primera vez. En esa época no había segunda vuelta.
Asume el 4 de noviembre de 1952. No esperó que el Presidente del Senado Fernando Alessandri lo invistiera con la banda tricolor, sino que él mismo se la colocó, demostrando su habilidad en estas circunstancias.
No derogó la discutida “ley de defensa de la democracia”, por el contrario, la utilizó para enfrentar una serie de huelgas que hicieron casi insostenible su administración. Pese a todo, se preocupó de dejar obras de importancia para el país y Linares, que son de sobra conocidas por la ciudadanía.
Nunca fue declarado Hijo Ilustre de Linares, omisión que el actual Alcalde de Linares puede remediar, por cuanto ya tiene confeccionado el artístico pergamino para este efecto. A su muerte, el 28 de abril de 1960, Linares no dispuso duelo comunal ni se izó la bandera a media asta, como sí aconteció con el fallecimiento de Arturo Alessandri, diez años antes y donde incluso una delegación de autoridades municipales viajó a sus exequias en Santiago. Sólo la dirección del Liceo de Niñas envía una nota de pésame a la familia. No hay constancia de que el entonces Intendente Sebastián Barja Blanco o el Alcalde Sergio Retamal Aranís hayan hecho llegar las condolencias a sus deudos. El Heraldo del 30 de abril de 1960, en un escueto editorial manifiesta que cada ciudadano “se formará su propia idea sobre el ex Mandatario ido”. La Revista Linares, que dio amplia cobertura a su elección en 1952, comenta su deceso en una línea.
Freddy Mora | Imprimir | 993