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domingo 15 de diciembre del 2024
Opinión 15-12-2024
Adviento Pbro. Dr. Mauricio Albornoz Olivares, decano de la Facultad de Ciencias Religiosas y Filosóficas de la Universidad Católica del Maule.
El Adviento es un período del año litúrgico que invita a la preparación para la Navidad, y que tiene una duración aproximada de cuatro semanas. Etimológicamente, la palabra adviento proviene del latín adventus, que significa ‘llegada’ o ‘venida’. La llegada se refiere, obviamente, al nacimiento de Jesucristo, el Mesías, que se celebra el 25 de diciembre.
Es un tiempo que invita a mantenerse esperanzados, preparados y vigilantes mientras se aguarda el nacimiento del Salvador. Al mismo tiempo, es un tiempo escatológico, es decir, un tiempo que anuncia que nuestra vida tiene un horizonte trascendente, y que va más allá, de lo cotidiano, de los accidentes del día a día y de la inmediatez de las circunstancias que nos tensionan en fin de año.
Desde la confesionalidad de la fe, se nos anuncia el encuentro definitivo con el Mesías al final del tiempo, adelantando en el presente la gran alegría y novedad de Dios, que nos ha destinado a la salvación (1 Tes 5,9), y hacia ese futuro que está por venir (1 Pe 1,5).
El adviento resalta una condición antropológica, pues el ser humano vive de la espera, aguardando aquello que puede superar todos nuestros vacíos, aquellos que dependen de nosotros como los que no. Sin ese anhelo en que el devenir puede ser más auspicioso, la vida se hace oscura, y palidece en el horizonte el rostro de la plenitud de lo que estamos llamados a ser. Así, como los primeros cristianos aguardaban esa espera haciendo resonar el Marana-tha (Ven Señor) de los textos de Pablo (1 Cor 16,22) y del Apocalipsis (Ap 22,20), hoy, casi dos mil años después, volvemos a retomar ese asombro que nos permite reencantarnos con el futuro, para dejar atrás lo sombrío y vacuo que en ocasiones nos invade.
El adviento nos precede y el adviento se nos acerca, vivamos con alegría el Don de la esperanza que llega hasta nosotros para transformar nuestra existencia. Esa espera dinamiza nuestro actuar para comprometernos con el presente y recuperar la conciencia activa de un tiempo que puede ser mejor. Más aún, de ser para Cristo, en lo personal, en lo familiar y en lo universitario, hombres y mujeres exultantes en la alabanza que, con nuestra vida, con nuestra fraternidad familiar y con nuestra excelencia laboral, adelantamos la llegada del Señor que viene.
Es un tiempo que invita a mantenerse esperanzados, preparados y vigilantes mientras se aguarda el nacimiento del Salvador. Al mismo tiempo, es un tiempo escatológico, es decir, un tiempo que anuncia que nuestra vida tiene un horizonte trascendente, y que va más allá, de lo cotidiano, de los accidentes del día a día y de la inmediatez de las circunstancias que nos tensionan en fin de año.
Desde la confesionalidad de la fe, se nos anuncia el encuentro definitivo con el Mesías al final del tiempo, adelantando en el presente la gran alegría y novedad de Dios, que nos ha destinado a la salvación (1 Tes 5,9), y hacia ese futuro que está por venir (1 Pe 1,5).
El adviento resalta una condición antropológica, pues el ser humano vive de la espera, aguardando aquello que puede superar todos nuestros vacíos, aquellos que dependen de nosotros como los que no. Sin ese anhelo en que el devenir puede ser más auspicioso, la vida se hace oscura, y palidece en el horizonte el rostro de la plenitud de lo que estamos llamados a ser. Así, como los primeros cristianos aguardaban esa espera haciendo resonar el Marana-tha (Ven Señor) de los textos de Pablo (1 Cor 16,22) y del Apocalipsis (Ap 22,20), hoy, casi dos mil años después, volvemos a retomar ese asombro que nos permite reencantarnos con el futuro, para dejar atrás lo sombrío y vacuo que en ocasiones nos invade.
El adviento nos precede y el adviento se nos acerca, vivamos con alegría el Don de la esperanza que llega hasta nosotros para transformar nuestra existencia. Esa espera dinamiza nuestro actuar para comprometernos con el presente y recuperar la conciencia activa de un tiempo que puede ser mejor. Más aún, de ser para Cristo, en lo personal, en lo familiar y en lo universitario, hombres y mujeres exultantes en la alabanza que, con nuestra vida, con nuestra fraternidad familiar y con nuestra excelencia laboral, adelantamos la llegada del Señor que viene.
Freddy Mora | Imprimir | 128
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