sábado 21 de diciembre del 2024
El Diario del Maule Sur
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Hoy
Opinión 21-12-2024
Comprender es un misterio: En los laberintos del aprendizaje (Primera parte)
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En un mundo entramado y ambiguo ¿Podemos convertirnos expertos en un tema sólo viendo youtube?

Jaime González Sanhueza
Periodista
jaimegonzálezs@gmail.com

Estimada lectora o lector. Quizás usted se pregunte por qué un inquieto periodista como “yo” de pronto escribe sobre diversas temáticas. Vengo exponiendo desde hace algún tiempo en este medio de prensa temas que tienen cierta conexión y a la vez no. Hemos hablado de: “La Muerte de la Verdad”, “Inteligencia Artificial”, “Gustavo Cerati y su conexión con las ideas existencialistas, del filósofo alemán Martin Hieeddeger”, o acudir a teorizar de la “sustancia divina” que propone Baruch Spinoza. Entrelíneas se cruza un cineasta, un artesano, un chamán, en fin, un collage entramado de relatos. Siempre, subjetivos, efímeros, contradictorios, artefactos sin utilidad, inventos, inteligencia del lenguaje, un sofista confundido. Pero hay algo que subjectamente hermana todas estas temáticas y es, como dijo, Antonin Artaud: Las Intermitencias del SER. (Dejo abierta la definición de SER).
Existir, ser, no ser para igual ser, estar en un extraño mundo cambiante, fugaz, irresoluble, misterioso, bello, audaz, donde todo parece un reflector de luces y sombras en un concierto Pink Floyd con Syd Barret incluido. Súmele sensaciones inexplicables, diversos sabores, olores, percepciones. Si además hace una una de-construcción de cada palabra dicha, la etimología nos desvela que al final, todo está conectado con todo: poesía metafísica, algo que ya postulaba el pensador alemán Hegel en ese largo y difícil texto “La Fenomenología del Espíritu” o “Ciencia de la Experiencia de la Conciencia” (1807). Cuesta pensar que el mundo esté dividido por áreas y que ninguna se enlace con otra de manera positiva, negativa, no binaria o un simple nuevo algoritmo de Google. Hemos creído en la grandiosa metáfora que cada vez somos más libres y dueños de nuestra privacidad más profunda. Incluso que la ley protege nuestra privacidad. Y de repente nuestro móvil nos envía anuncios de una conversación sobre viajes a Buenos Aires que sostuve con un amigo en la calle. Adelantado y oportuno fue cuando en los 60 se apelaba a que la política no entraba en temáticas como la identidad de género o en nuestro baño, en el aula. El propio feminismo armó un coro de estadio y sentenció “Lo personal es político”. (Podría haber sido el título de una canción de los Sex Pistols o Los Prisioneros). Ahora viene la pregunta incómoda ¿La política entra o no entra en nuestros hogares, aulas, conversaciones de amigos, vida privada? ¿SI? ¿No? ¿si-no, ¿no si?. ¿Discutible? ¿Evidente?
En esta selva desértica de lo real todo se ve entramado hasta llegar hasta nuestro propio cuerpo y los alimentos que consumimos. Una tempestad de disciplinas fusionándose en busca de un nuevo sentido. Iré un poquito a mi auto creado “yo” o avatar para contarles cosas personas. Me perdonará usted me auto cite sobre lo que gusta leer (narcisos de profesión somos), sólo que hasta como lector he caído en este entramado collage fusionado. Leo textos muy disímiles hasta antinómicas. Sin embargo llevadas a fondos, estas lecturas terminan en lugares Ontológicos: Dios, La muerte, el Amor, La Felicidad. (Dejo el Dinero de lado ya que da para otra columna). Es como si ese Ultra-Hombre que propuso Nietzsche fue sólo un sueño de un pensador que tenía fe en que la humanidad encontraría el camino a la revelación del ser, de una verdad bella y desconocida. ¿Llegamos allí? Heidegger tiempos diría que la técnica, la tecnología nos alegaría cada vez más del SER, para llevar a una humanidad decadente y con un DIOS ausente.
Si me permite un breve declaración de principios éticos epistemológicos, debo admitir que me siento mucho más cercano a cómo la filosofía aborda el conocimiento que a otras disciplinas, que a veces se apoderan arbitrariamente de la verdad, como también, por su puesto la filosofía se creyó dueña de la verdad en alguna época, sobre todo la proveniente de la academia. Por algo el mismísimo Nietzsche huyó de la academia filosófica y la atacó duramente catalogando de: dogmática, auto engañosa, de imponedora de verdad, de vender relatos tranquilizantes para una sociedad que busca tener propósitos, certezas, de que hay destino. Incluso “el loco de Turín” para intentar no caer en ser acusado de otro dueño de la verdad, sentenció “No crean en mi”.
Recuerdo una famosa y repetida frase de Karl Marx que, un compañero universitario, Robles siempre la gritaba en clases de Periodismo a mi querido profesor, Alan Spencer. “La religión es el opio del pueblo”. Hoy le diría, “Hey Robles ¿Y la ciencia no lo es?, ¿La autoayuda? ¿Las redes sociales? ¿Por qué? Porque el opio calma, “está bueno”, “pega bien” “adormece”, crea sentido, nos doméstica, nos deja en un estado de que en el fondo “todo está bien” y que al final de los tiempos algún Dios, o la Ciencia nos salvará de todo mal. Un clonazepan existencial.
Ya la ciencia especula que podremos ser inmortales, como los dioses, si es que ya no nos creemos dioses de un paraíso falso, verdadero, oscuro, blanco, melancólico e indefinible por el lenguaje. Una bella ciudad en ruinas. Una IA podrá quizás salvarnos ante nuestra crítica al mundo post moderno, y aclaramos que el problema siempre fuimos nosotros, seres deseosos. Quizás el Ultra-Hombre de Nietzsche sea la IA. Eficiente, eficaz, creadora, sin dogmas, sin angustia, sin miedos…..vaya a saber hacia dónde vamos. Ojo y no se trata acá de pesimistas u optimistas, sólo se trata de pensar, unos minutos. Darle una vuelta a los que nos rodea, los que nos excede, lo que nos molesta, lo que no queremos hablar.
Freddy Mora | Imprimir | 101