jueves 16 de enero del 2025
El Diario del Maule Sur
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Opinión 08-12-2024
Comprender que solo estar es más puro
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Jaime G. Sanhueza
Periodista
Conferencista
jaimegonzálezs@gmail.com

Existir pesa. Existir es un misterio que excede al propio ser. Existir de una forma de estar pero siempre de una manera engañosa; la verdad que más engaña saber.

Hace uno días desperté y de forma aleatoria sonaba la canción Vivo (Siempre es Hoy 2002) de Gustavo Cerati. Entre medio que salía del trance del amanecer e intentaba ejecutar ritual de cada mañana con mero éxito, una frase de “Vivo”, se abalanzó sobre en forma de epifanía, revelándome algo que nunca había entendido. Gustavo canta en Vivo “Comprender que solo estar es más puro”. Siempre lo asocié, y en mis años de pololo, que estar solo era mejor que acompañado, yo creí eso. Esa mañana todo cambió.

Acá va la relectura. Más que hablar de “estoy mejor solo”, Cerati parece enfatizar la importancia de la presencia genuina y el estado de ser en su forma más elemental. Desde este lugar la frase invita a dejar de lado las distracciones y superficialidades del mundo para centrarse en el acto simple y esencial de existir. Sugiere una claridad y autenticidad que se logran al desprenderse del deseo, conectándose con la esencia misma del ser. (Algo que el budismo también busca).

Si uno toma la frase de Cerati desde el “solo estar” como “el mero hecho de existir y no como la ausencia de la otredad, podemos encontrar cierta relación con lo que se plantea en el texto "Ser y Tiempo", (1927) , Allí Martin Heidegger se centra en la cuestión del ser, introduciendo el concepto de "Dasein", que significa "ser-ahí" o "existencia".

Heidegger en una de sus tantas interpretaciones de un texto siempre abierto, nos pareciera decir que la esencia del ser humano no es fija, sino que se despliega a través del tiempo y de nuestras experiencias. Una de sus preocupaciones claves es el concepto de autenticidad, que implica vivir genuinamente conforme al propio ser, en lugar de seguir las expectativas externas y las distracciones diarias.

Por tanto, si se animamos a la subjetividad de la interpretación, se podría pensar que que tanto Cerati como Heiddegger valoran la autenticidad y la pureza del ser. Cerati, desde un enfoque poético e intuitivo, toca un aspecto similar al enfoque filosófico de Heidegger, sugiriendo que hay una forma más pura de existencia que se alcanza al comprender y abrazar el simple hecho de "estar"

Heidegger, por su parte, se sumerge en un análisis profundo sobre cómo el ser humano puede alcanzar una vida auténtica al confrontar su propia existencia y temporalidad. En perspectiva tanto Cerati como Heidegger invitan a reflexionar sobre la autenticidad y la esencia del ser. Mientras Cerati lo expresa líricamente, Heidegger lo desarrolla filosóficamente, coincidiendo en la importancia de encontrarse a uno mismo en su forma más pura y esencial.

Y siguiendo en los roces casuales o no de las letras de Gustavo Cerati con pasajes de la Filosofía, no encontramos con tópicos que trabaja Friedrich Nietzsche en su frase "Todo lo Profundo Ama la Máscara" (Más allá del Bien y el Mal, 1886). Nietzsche, en su obra, a menudo es tajante y denunciante de cómo los individuos usan máscaras para ocultar sus verdaderas identidades, sugiriendo que la profundidad y el misterio son inherentes a la naturaleza humana. Cerati, en su frase "todo lo profundo ama el disfraz" (Camuflaje, Siempre es hoy, 2002), parece estar reflejando una idea similar: una aceptación de que lo que es verdaderamente profundo a menudo se esconde detrás de una fachada.

De nuevo, entrando en la subjetividad del lenguaje ambos autores sugieren que las máscaras o disfraces pueden ser una forma de proteger o revelar la auténtica profundidad del ser. La soledad y el ser en si es un tema recurrente en la filosofía y la música. Autores como Jean-Paul Sartre (El ser y la nada 1943 y Albert Camus (El extranjero, 1942 han explorado la soledad existencial, describiéndola como una condición inevitable del ser humano que puede llevar a una mayor autenticidad. De todas formas el mismo Cerati cantaría en “Lago en el Cielo” (Ahí Vamos 2006) que “a veces no puedo con la soledad”. Queridas y queridos lectores dejemos de buscar que los autores siempre sean coherentes y lineales. Mejor aceptemos que pueden ser tan contradictorio como el hecho de nacer para morir.

Volvamos al viaje. Buscando nuevas esquinas existenciales donde el transandino deja ver quizás su fuerte influencia católica en sus años de estudiante, el compositor hace un guiño a las ideas del pensador fundamental, Sorén Kierkegaard, así sucede en la frase "poder decir adiós es crecer" (Ahí Vamos, 2006), destacando subjectamente (lo que está por debajo) la idea "fe" como un salto hacia lo desconocido. Para Kierkegaard, la fe no es simplemente una creencia en lo divino, sino una disposición a aceptar y moverse hacia adelante en la incertidumbre. Decir adiós puede ser visto como un acto de fe en el sentido de confiar en el camino que se abre al soltar lo que se deja atrás,.

La famosa frase himno de los Ceratianos, "poder decir adiós es crecer" encapsula de algún modo la idea de que el crecimiento personal requiere la capacidad de dejar ir, aceptar la transitoriedad de la vida y enfrentar el miedo a lo desconocido. En este sentido, se alinea con las nociones filosóficas de desapego, autenticidad y transformación. Tanto Nietzsche como Kierkegaard y Sartre ofrecen marcos para entender esta idea desde diferentes ángulos: el desapego como superación personal, el adiós como un acto de fe, y la libertad de elegir como un camino hacia una vida auténtica. Cerati, a través de esta expresión, parece capturar la esencia de la transformación personal que ocurre cuando nos permitimos cerrar capítulos y abrirnos a nuevas posibilidades, reconociendo que el crecimiento a menudo implica una serie de despedidas y nuevos comienzos. Y como dijo Luis Alberto Spinetta ¡Mañana es mejor!

Esta columna está dedicada a mi Hijo Felipe González Aravena.


Freddy Mora | Imprimir | 365