Luis Valentín Ferrada V.
Jaime González Colville


En estos fríos días de invierno ha fallecido don Clemente Urrutia González, distinguido vecino de Villa Alegre y San Javier, nuestra querida y hermosa zona de Loncomilla, en la cual él desarrolló su extensa vida como un reconocido enólogo y vinicultor.
Famoso llegó a ser el Museo del Vino que fundó hace ya varios años, ubicado en el sector “Loma de las Tortillas”, intersección del precioso camino histórico que une por el interior las dos comunas recordadas, con aquél otro asimismo antiquísimo que se dirige hacia Constitución, donde nuestro emblemático río Maule descansa ya quietas sus aguas en el mar que abraza.
Gracias a su personalidad culta, generosa y siempre amable, gozó de un extendido afecto y amistad prodigado por un amplio ambiente de la sociedad de nuestra Provincia. Su hogar, su Bodega y su Museo del Vino se convirtió por años en un centro permanente de reuniones, en las cuales bajo las normas de una elevada moral cívica solíamos periódicamente compartir, entre muchos, los anhelos e inquietudes por el mejor porvenir de la Patria que amamos.
Don Clemente fue, por su espíritu cívico, un modelo de ciudadano: siempre interesado por el devenir de nuestra nacionalidad; siempre dispuesto a colaborar en esos esfuerzos; siempre tolerante, abierto y respetuoso con las diferentes ideas o credos de los demás; jamás solicitó nada para él mismo, ni aspiró a ocupar posiciones de poder o privilegio que en justicia le hubiesen correspondido.
Poseía don Clemente una vasta ilustración, especialmente en relación al mundo de las letras, la literatura y la música tradicional. Dueño de una memoria admirable, se encantaba recitando largos poemas o textos literarios de los más diferentes autores universales, los que ocupaba como ejemplos o avales para adornar y avalar sus juicios y opiniones.
Le despidieron sus numerosos amigos y relaciones en el mismo Museo del Vino que por tanto tiempo disfrutamos. “A la antigua” – como a él le hubiese agradado – entibiando el alma entristecida con vino caliente y al amparo de un fogón cuyas luminosas llamas no dejaran de alumbrar el recuerdo de un gran caballero noble y romántico.
Un caballero loncomillano, característico señor de un Chile que se aleja cada día más de nosotros, confundido entre la bruma espesa de una modernidad materialista que no conocíamos y que no desearíamos haber conocido.