domingo 09 de febrero del 2025
El Diario del Maule Sur
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Hoy
Opinión 09-02-2025
DOMINGO 5 DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO "C"
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SOMOS INDIGNOS, PERO ESCOGIDOS POR DIOS PARA ANUNCIAR EL REINO DE LOS CIELOS.
DOMINGO, 9 DE FEBRERO DE 2025




Las tres lecturas de hoy nos presenta a tres hombres: Isaías, Pedro y Pablo. Tres personas... como cualquiera de nosotros. Escogidos por Dios, llamados por Dios, que supieron responder a Dios.

1.- Aquí estoy, Señor. Envíame, le respondió Isaías, a quien vemos en la Primera Lectura (Is. 6, 1-8).
En el Evangelio vemos a Pedro, acompañado de Santiago y Juan. Desde hoy serás pescador de hombres, le dijo Jesús a Pedro. Entonces, llevaron las barcas a tierra, y dejándolo todo, lo siguieron (Pedro, Santiago y Juan) (Lc. 5, 1-11).

2.- En la Segunda Lectura vemos a Pablo. Y recordamos la lectura del día que celebramos su conversión (25 de enero) cuando, respondiendo a la luz y la voz que oye camino a Damasco, pregunta: ¿Qué debo hacer, Señor? (Hech. 22, 3-16).
En los relatos del llamado que Dios les hace, podemos apreciar cómo Dios se manifiesta a cada uno de estos hombres por El escogidos. Y se manifiesta en forma poderosa, impresionante, convincente.

3.- Al Profeta Isaías se le presenta en una visión que lo deja estupefacto. En breves momentos de intimidad con Dios, Isaías puede apreciar la santidad y el poder de Dios. Ni siquiera puede describir a Yahvé, porque sólo ve que la orla de su manto llenaba todo el Templo.
Y queda invadido de un temor que no es susto: es la sensación que se experimenta al estar ante Dios. Capta, entonces, esa distancia abismal que hay entre Dios y él. Así, reducido a su realidad, siente no sólo su nada, sino también su indignidad y su impureza.

4.- Cuenta Isaías que uno de los Serafines, que se encontraba junto a Dios, llevando una brasa a su boca, le dice: Tu iniquidad ha sido quitada y tus pecados están perdonados. Así, cuando siente la voz del Señor preguntando ¿A quién enviaré? ¿Quién irá de parte mía?, Isaías no duda y enseguida responde: Aquí estoy, Señor. Envíame.
Muchas enseñanzas nos trae este pasaje. No podemos inventarnos misiones de parte de Dios; no podemos asumir por nuestra propia cuenta y riesgo misiones específicas como si vinieran de parte de Dios.

5.- Pero ¡eso sí! cuando Dios llama, no hay pretexto que valga para decir no. Ni siquiera sirve el creerse incapaz o el no sentirse digno. Porque lo que sí sabemos es que si Dios llama, equipa bien a sus enviados.
Tal es el caso de los Apóstoles. Nos cuenta el Evangelio que Jesús se subió a la barca de Pedro, con quien -por cierto- ya había tenido un contacto previo (cfr. Jn. 1, 35-42), y le pide alejarse un poco de tierra, para predicar desde allí. Al final de la predicación les ordena ir más adentro para pescar.

6.- Pedro, pescador experimentado, dice que no hay pesca, que ya han probado, pero confiado en tu palabra, Señor, echaré las redes. Sucedió, entonces, la llamada pesca milagrosa: atraparon tantos peces que las barcas casi se hundían.
Al ver la manifestación del poder de Dios, a Pedro le sucede como a Isaías: se reconoce pecador e indigno y siente ese temor reverencial, que no es miedo. ¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador!. No temas. Desde ahora serás pescador de hombres, le dice el Señor. Y nos cuenta el Evangelio que llevaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

7.- A San Pablo le sucede lo mismo, cuando camino a Damasco para perseguir cristianos, la luz divina lo tumba al suelo y queda enceguecido. Su sentimiento de indignidad lo resume en una palabra terrible, que nos trae la Segunda Lectura de hoy: Finalmente se me apareció también a mí, que soy como un aborto indigno de llamarme apóstol (1 Cor. 15, 1-11).
Aunque indignos, fueron escogidos por Dios. . ¿Y quién es digno? ¡Nadie! ¿Y quién es de veras capaz? ¡Nadie! Pero es que esas deficiencias no cuentan, porque cuando Dios llama, Él mismo purifica, prepara y equipa al escogido para la misión que le encomienda.

Conclusión: Y San Pablo nos explica qué es lo que sucede: es Dios Quien obra en quien ha llamado. Por gracia de Dios soy lo que soy... he trabajado... aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios.

Un cristiano activo sabe que Dios siempre está presente en su vida y reconoce que la gracia divina, es la que regenera y purifica nuestro ser personal y hace posible la fraternidad y una Iglesia de hijos de Dios. Orar nunca será una pérdida de tiempo. La oración es un lenguaje o una contemplación que construye la Iglesia y hace posible una sociedad civil más justa, más comunitaria y fraternal, guiada por el Espíritu Santo.

(*) Mario A. Díaz Molina es: Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule
Freddy Mora | Imprimir | 90