miércoles 12 de marzo del 2025
El Diario del Maule Sur
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Hoy
Opinión 12-03-2025
El Florín
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Oscar Mellado Norambuena

Taciturno, salivando secreción biliar, el jardinero se había transformado en una sombra pétrea, que se alzaba sobre sus preocupadas flores enmudecidas.
El Florín, desde el germinar de sus infantes días, sentía la innata atracción que ejercía sobre él, la exuberancia de la multiplicidad de pétalos y el idílico perfume que irradiaban.

Su sagrado cáliz bautismal, Floridor Rosales Flores, cual desojarse la rauda primavera de su niñez, se redujo al breve apodo “El Florín “sobre nombre que enraizó en su persona, más fuerte y duradero que sacramento y bendición de capilla.
El Florín, cordial, alegre, franco y respetuoso, poseía el valor y la energía que trasmite la humilde tierra callada y creadora, a la vez semejaba ser un brote en eterna floración. Su risa, tibio abrazo de sol, que transformaba en felicidad toda amargura, malos pasares e infaustos días.
Su honestidad, un principio tan puro como rocío de aurora. Su carácter, benigna ostia de harina integral, por su sencillez y puresa. Él vivía en permanente conversación con cada una de sus flores, haciéndolas consejeras y confidentes, estas le agradecían inspirándole apasionadas fantasías y canciones tan bellas que Florín, silbaba y tarareaba, luego, guardaba silencio para escuchar el coro de pétalos y la percusión de las hojas, embriagándose en la excitante danza de los tallos.

Floridor Rosales Flores, conocedor y enamorado de toda belleza, admiraba a cuanta joven lugareña conocía, sin saber a cuál elegir para esposa, formar su hogar, engendrar retoños y ver florecer la risa de sus hijos.
Sucedía qué, al pretender a una niña, los ramos más hermosos y tiernos que él con mucho amor les obsequiaba, estas flores se marchitaban, en el momento de ella recibirlas, y adquirían un nauseabundo estado.
Nuestro buen jardinero, apesadumbrado regresaba a su jardín, en el cual era recibido despectivamente, sus amadas flores le rehuían, haciendo despectivos comentarios de la pretendida dama.
Y he aquí, paralizado bajo el poder de lo increíble, sin explicación alguna su florido templo había sido profanado, un espacio de este fue despojado de toda flor, plantas y raíces.
Alterado, exploto en incalificables denuestos y maldiciones. Su risa brazada de sol, fue remplazada por irrepetibles blasfemias. Su honestidad se impregno de suspicacia. Sospechas y prejuicios deprimían su alma. La irritación hacía arder su sangre invadiendo sus sentidos, transformando su universo en llameante color púrpura. Allí permaneció paralizado hasta lentamente recuperarse, distinguió borrosamente su jardín convertido en ondulante ritmo en inexistentes ráfagas de fuego.
Sus amadas flores, convertidas en millares de ojos le observaban sorprendidas, a la vez que un manto de encendidas nubes se detenía para comentar lo sucedido. Floridor Rosales Flores, tomo asiento sobre la removida tierra, hasta recobrar su sano juicio.
Con precaución se acercó al borde de lo que ahora era una profunda zanja, en ella vio brotar intermitentes luciérnagas irradiando afrodisiacas esencias que incitaban al amor. Deslumbrados sus sentidos, en la semi oscuridad percibió su dulce coro de pétalos, y la percusión de las hojas, que entonaban la marcha nupcial, a cuyo compas le esperaba la subyugante Clorís, diosa de las flores, figura cincelada por dioses, solo para sus deleites.
Sus sensuales pétalos labiales, panal de almibarados besos, y la seducción de su apasionado mirar, le invitaban a ser desposada. Floridor Rosales Flores, el Florín , no dudo en complacer y ser partícipe de tanta maravilla, sigiloso cual pensamiento, descendió al ánfora de la felicidad, impregnándose a tan alucinante ser ,trenzándose infinitamente en ella, hasta acrisolarse en pasional y eterna floración.

Freddy Mora | Imprimir | 129