domingo 09 de marzo del 2025
El Diario del Maule Sur
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Hoy
Opinión 09-03-2025
Hablemos de Jocelyn
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Liliana Cortés, directora social nacional del Hogar de Cristo

Jocelyn llegó al Programa Terapéutico Residencial para tratamiento de drogas con su hija de apenas dos semanas de vida. Una fuerza interior la empujó a cuidarse lo más posible y a tener a su “bebé”. Perdida, sola, sin fuerzas, cansada después de varios intentos por disminuir el consumo y recuperar la salud, su instinto de sobrevivencia la hizo pensar que esta nueva vida que latía en ella podría darle la fuerza para volver a intentarlo.
Así llegó al Programa que tenemos en Quilicura. Se dio una oportunidad. Luego de mucho tiempo, confió en ella misma y se permitió tratar de salir adelante. Lleva seis meses aquí. Hace tres la vi aprendiendo a tejer y viendo televisión, mientras su guagua dormía en un coche a su lado. La vida cotidiana la sigue superando –como a tantas– y en más de una ocasión flaquea y piensa que no puede. Pero se sobrepone y, la verdad, ya está mucho más fuerte para salir de nuevo al mundo. Confía en que tiene más herramientas que antes y que esta vez sí lo logrará.
Esta historia, mucho más común de lo que quisiéramos, es parte de la agenda feminista que como Hogar de Cristo nos moviliza. Las cifras entre niñas y niños, mujeres y hombres, dan cuenta de que la pobreza en Chile sigue teniendo rostro de mujer. Ad portas de la conmemoración del 8M, vemos esos muchos números que reflejan las brechas de género en reportajes y notas periodísticas.
Aunque hoy, después de muchos años, Chile logró completar el circuito de tratamiento de consumo problemático para mujeres en todas las regiones, aún existe lista de espera. Tener que esperar para una rehabilitación en consumo de drogas y alcohol es impresentable, porque en esta materia es clave hacer coincidir motivación y oportunidad. También es importante avanzar en presupuesto. De los 60 mil millones destinados al tema, sólo 7 mil millones son para programas de mujeres. Esto es apenas el 12% del total.
Más allá de la cobertura, ¿por qué sigue siendo más difícil para las mujeres acceder a procesos de rehabilitación?
Si le preguntamos a Jocelyn, su respuesta es simple: nadie se lo ofreció cuando estaba sola y no tenía hijos. Las veces que llegó a la urgencia por sobredosis sintió la actitud castigadora. La misma que la obligó a dejar su casa cuando era adolescente. La misma que la llevó a vivir en un ruco, en la calle, cuando las amigas ya no supieron que más hacer por ella. Esa mirada instaló en Jocelyn la culpa de “haberse metido en las drogas”. Así empezó a castigarse y a no encontrar una salida.
Además de las causas estructurales que tienen a Chile con un 7 por ciento de su población en pobreza, ésta sigue siendo mayoritariamente femenina. Esto acentuado, porque en nuestra sociedad permanecen miradas castigadoras que, sumadas a la culpa propia, cierran muchas oportunidades. La agenda feminista que debemos seguir impulsando necesita, además de recursos, leyes y perspectiva de género al momento de diseñar políticas y ofertas programáticas. Pero sobre todo debe ser compasiva. Capaz de traspasar las barreras de la culpa y del castigo. Más programas con perspectiva de género, no sólo son necesarios, son una obligación. Eso para que, dentro de 20 años, la hija de Jocelyn esté junto a su madre, marchando por acortar otras brechas que permitan a Chile seguir creciendo en igualdad para todas las mujeres.



Freddy Mora | Imprimir | 139