miércoles 08 de enero del 2025
El Diario del Maule Sur
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Hoy
Opinión 07-01-2025
HEMOS VISTO SU ESTRELLA EN ORIENTE Y VINIMOS A ADORARLO…
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Raúl Moris G. Pbro.

La buena noticia de la Navidad, anuncio del nacimiento del Salvador tan largamente esperado, anuncio que conmueve, en el silencio de la noche, al cielo y la tierra; que comienza por los pastores –pobres entre los pobres de Israel- y que fue vislumbrado desde la lejanía del tiempo en la esperanza de los profetas, se convierte en la Epifanía en revelación gozosa para todos los pueblos de la tierra, culmen de la espera de una humanidad sedienta de verdad, de sentido y de amor, que aún sin saber con certeza qué estaba esperando, es capaz de reconocer en el niño que ha nacido en Belén, la luz que ha de vencer las tinieblas del odio, del pecado, de las maquinaciones del poder que entorpecen el plan de Dios de hermanar a todos los hombres en una sola humanidad sin fronteras ni exclusiones. Los contrastes en el relato de Mateo son elocuentes en el momento de la revelación del sentido de este relato y del modo de llevarse a cabo el plan de salvación. Están los Magos frente a Herodes: la legítima inquietud por buscar la verdad, que trasciende los límites culturales, que trasciende la cuestión de las razas, de los pueblos; y por otro lado, la torcida inquietud de quien quiere instrumentalizar el saber al servicio del poder, quien persigue el saber con la única intención de intentar legitimar a toda costa lo que de antemano reconoce como ilegítimo: el ejercicio de una autoridad que no se sostiene en sí misma, sino en la violencia, la iniquidad del poder que busca a toda costa excusas para justificar la opresión y la depredación. Mateo a estos misteriosos personajes que aparecen sólo una vez en todo su Evangelio, los llama simplemente Magos (el título de Reyes y los nombres propios con que la tradición popular navideña los recuerda serán adiciones muy posteriores, aportadas por la leyenda, provenientes de los últimos siglos de la Antigüedad tardía y de los primeros de la Edad Media). El nombre que Mateo les da a estos hombres: “Magos” los retrata y los delata: manifiesta su inquietud por encontrar la verdad, desde una búsqueda que no es la propia y característica del pueblo de Israel: son astrónomos, proscritos según la Ley (cf. Lv 19, 26; Dt 18, 9 ss), son escrutadores con sus propios ojos del
misterio que entraña el universo y que, en la creencia antigua, propia de muchos de los pueblos de la cuenca del Mediterráneo y del Medio Oriente, une a éste con la suerte de los hombres.Estos hombres, los magos, representan la razón inquieta de la humanidad, hecha para conocer a Dios, hecha para no quedarse satisfecha nunca con descubrimientos parciales, ávida de ver con sus propios ojos el resplandor de la Verdad, para cuya contemplación ha sido creada. El contraste está dado por Herodes y los sabios de palacio: los sumos sacerdotes y los escribas: Herodes también se inquieta, pero su inquietud es de una índole muy distinta a la de estos misteriosos visitantes que han salido de su tierra, que han peregrinado, que se han puesto en marcha tras la huella de la luz; la inquietud de Herodes es mezquina, la profecía para él no es ocasión de gozo, sino ominoso anuncio de desgracias, abierta denuncia de la ilegitimidad del poder que quiere retener a toda costa entre sus manos: si la estrella, que declaran ver los Magos, anuncia el nacimiento del Rey, denuncia también que éste que se dice rey, no lo es de verdad, o al menos no lo será para siempre. El misterio del plan de salvación, que se realiza como Dios quiere, y no como a nosotros nos gustaría que aconteciera; el misterio que se nos revela y nos desafía, queda desvelado por éstos que han marchado tras una revelación y que ahora descubren que ellos también son quienes vienen a servir a la verdad que se está mostrando por completo. Hemos visto su estrella y vinimos a adorarlo… la intención de los Magos es recta, la de Herodes, torcida; Herodes seguirá en el palacio intentando justificar el aferrarse ávido al poder que está comenzando a desmoronarse ante sus ojos, argumentará, sin duda, razones de peso, razones de estado para legitimar la violencia; no ha visto al Salvador, porque, en realidad, se ha negado a verlo. A los Magos, en cambio, le basta esta visita, desaparecerán de la historia sin reclamar privilegios, sin exigir prebendas de parte de Aquel que han reconocido como Rey; han cumplido su misión límpida y sencillamente: han venido, han visto, han hecho el homenaje de su adoración al Dios que se revela como niño pobre en Belén; vuelven a sus tierras saciados de sentido, testigos de la acción portentosa y sorprendente del amor del Señor. Con eso les basta.
Freddy Mora | Imprimir | 154