domingo 08 de septiembre del 2024
El Diario del Maule Sur
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Opinión 23-07-2024
HISTORIAS DEL ARTE EN CHILE: 1850 -1950 Dr. Pedro E. Zamorano Pérez
Jaime Gonzàlez Colville
Academia Chilena de la Historia



En 462 páginas de una pulcra edición de Origo y prólogo de Isabel Cruz de Amenábar, el Dr. Pedro E. Zamorano Pérez hace un recuento pormenorizado y con excelente respaldo bibliográfico (la gran carencia de nuestros investigadores) de lo que ha sido el acontecer y suceder de la pintura, escultura, crítica e institucional de las expresiones de la creación plástica en Chile.
Hemos leído razonadamente la obra en un fin de semana, tomando notas de datos que tal vez puedan concordar con la historia maulina. Digamos, en primer lugar que esta expresión del espíritu es una de las menos “historiadas” del país. El autor por ello, revisa una abundante bibliografía que, hasta hoy, es sólo materia de eruditos, toda vez que el pintor o el artista plástico, durante el siglo XIX, provino de cierta elite, muy distinta al populismo del poeta o el escritor. Mariano Latorre, en algunos de sus apuntes (era hombre muy cercano a los pintores como lo recuerda en sus “Memorias y Confesiones de Medio Siglo”) expresa que el sueño de todo artista joven era conocer Paris y volver aureolado de esa esencia que le ponía por sobre sus iguales.
El Dr. Zamorano aborda esta impronta en sus páginas iniciales, donde reconoce que, a revés de los artesanos e incluso grupos literarios, el artista actuaba desde la esfera privada, buscando fortalecer el buen gusto en la sociedad, recordando la fundación de la “Sociedad Artística”, que pretendía promover la protección mutua entre ellos, la difusión del arte en el país y, la máxima expresión del pintor, realizar exposiciones. Más tarde nacería la “Unión Artística” en 1885, la cual consiguió un notable objetivo: construir un edificio para sus muestras, que sería conocido como El Partenón de la Quinta Normal de Agricultura, del cual conservamos una bien lograda fotografía que ilustra este articulo y que fue, en buen castellano, el primer museo de bellas artes de Chile. Episodio tan notable como poco conocido de la historia de esta disciplina.
Los capítulos de la obra repasan eruditamente la inauguración de la Academia de Pintura en 1949, con elocuente discurso de un joven Alejando Cicarelli de 41 años de edad y recién llegado a Chile tras ser el pintor de cámara del Emperador de Brasil, donde sus palabras claves fueron exponer a la juventud la “nueva carrera” que les ofrecía la patria, tan gloriosa como la de las armas. Desde luego tuvo razón.
El hijo del Presidente Balmaceda, Pedro Balmaceda Toro, sufriente de cruel enfermedad, pero devoto cuidador de las grandes tareas del espíritu, acogedor de artistas y literatos, publicó un célebre libro “Estadios y Ensayos Literarios”, bajo el seudónimo de A. de Gilbert en 1889 y digitalizado en nuestros archivos, al que el Dr. Zamorano califica como “la examinación más rigurosa”.
Capítulo de suyo interesante es el dedicado al examen de las revistas de arte en Chile, entre 1900 y 1960. Nos encontramos con la mítica “Instantáneas de Luz y Sombra”, que circuló en 93 números entre el 9 de septiembre de 1900 y el 29 de diciembre de 1901 y donde su director, Alfredo Melossi dio cabida generosa a todos los grandes de la paleta del naciente siglo, con ilustraciones todavía de difícil hallazgo para la época. Nuestra conocida y legendaria “Pluma y Lápiz”, que lanzara el talquino Marcial Cabrera Guerra entre 1900 y 1904 y con una segunda época entre 1904 y 1912, esta vez bajo la dirección de Fernando Santivàn, publicación que acogió y salvó del olvido a muchos artistas y lanzó a otros a la fama, en cuyas páginas hay grabados y fotografías de invaluable importancia para el investigador. Sólo este capítulo del libro es materia de un examen separado que las líneas de un artículo no permiten, especialmente si hablamos de ”Juventud” o “Claridad”, las combativas publicaciones de la FECH, cuyos ataques a quien osara ocupar la otra vereda en ideas de todo tipo, serían condenables incluso hoy día.
Las grandes exposiciones de principios de siglo tienen una inflexión de primer grado en la efectuada en el Centenario, bajo la gestión del español Fernando Álvarez de Sotomayor, pintor sobre el cual el Dr. Zamorano tiene un notable estudio, “El Pintor F. Álvarez de Sotomayor y su Huella en América”, editada hace exactamente treinta años por la Universidad de la Coruña y presentada lucidamente en ese país.
La exposición de 1913, muy bien esbozada, está rodeada de cierto aire épico por la denominación que les dio Neruda de “Heroica Capitanía de Pintores”, como bien lo recuerda el autor, tema sobre el cual ya él también hizo una semblanza en la prestigiosa revista Atenea del 2008.
Libro amplio, profundo, erudito, casi una enciclopedia de un aspecto poco tratado de nuestra cultura. Bien trazado y de estilo fácil, ameno y atractivo para el lector profano que desea internarse en los caminos de pinceles y creaciones de alma y mente.
Sólo echamos de menos ilustraciones, que dan un valor agregado a los libros, especialmente de arte. Tal vez la extensión del volumen, medido en signos monetarios, obliga al autor a inhibirse en estos aspectos.
La prologuista, Isabel Cruz de Amenábar, (de cuya producción tenemos varias obras, donde destacamos su notable libro “Patrimonio Artístico de Chile: de la Independencia a la República 1790-1840…” del 2016) califica la obra como “atípica dentro de la especialidad historiográfica en nuestro país”. Tiene razón en su denominación y la conversamos con Pedro cuando, en nuestras reuniones periódicas, comentábamos que en nuestra bibliografía surgen las antologías poéticas como hierbas tras la lluvia, y los volúmenes sobre las letras chilenas son de similar cantidad. Pero pocos se aventuran en el arte. Y no es necesario, como lo escuchamos una noche a Emma Jauch, en las legendarias reuniones del Grupo Ancoa de LInares, que para escribir sobre pintura, era menester ser pintor.
Una nueva obra del Dr. Zamorano, incrementando su galería de títulos que, cada una a su vez, iluminan variados aspectos de la pintura chilena, casi todos nombres de leyenda, no pocos perdidos en la vida bohemia, pero en general, firmes baluartes del quehacer artístico.
Freddy Mora | Imprimir | 347