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Opinión 28-04-2023
Isla Mocha, lugar de resurrección de las almas

Ricardo Álvarez Vega
Contador auditor
En diciembre de 2016 viajé por primera y única vez a Isla Mocha, la maravillosa y a la vez misteriosa isla ubicada a 35 kilómetros del continente, frente a las costas de la provincia de Arauco en la región del Biobío.
En esa oportunidad viajé junto a mi amigo Víctor Saavedra y fuimos con el único fin de efectuar un video reportaje para los canales de venta de mi agencia turística Brachitour.
Siempre había querido conocer esta isla que aún hoy me genera infinita curiosidad, tanto por lo que había leído sobre ella como por los incipientes y a la vez notables reportajes de televisión de los años 80 y 90 y me estoy refiriendo a “Tierra adentro” y “La Tierra en que vivimos”.
Era mi vez de emular a los maestros Paul Landon y Sergio Nuño, qué emoción más grande.
Estaba todo planificado y en el aeródromo de Tirúa nos aguardaba el piloto Boris Shulz quien en una avioneta Cessna 172 nos cruzaría hasta la isla.
Mi amigo Víctor se sentó junto a Boris, tanto por sus méritos al ser el camarógrafo de la expedición como por su no menor estatura lo que le permitiría estirar sus piernotas. Yo en cambio, bajito, me acomodé como obediente sardina en la segunda corrida junto a otros dos pasajeros.
El cruce fue tranquilo y breve y en no más de 15 minutos ya posábamos en el aeródromo de la isla donde nos aguardaba Julio Hahn dueño del Loft Punta del Saco, y quien fue nuestro gentil anfitrión en el tiempo que estuvimos en la Mocha.
Todo lo que vimos y aprendimos en ese viaje está contenido en un video de Youtube titulado en portugués “Ilha Mocha lugar de ressurreição das almas” y que usted caso tenga la curiosidad puede ver en este link: https://www.youtube.com/watch?v=RXEob9HOi1E .
Sólo me limitaré a explicar el concepto de “Resurrección de las almas” que creo se hace necesario para entender lo que más adelante les diré.
Las costas de Arauco entre Cañete y el Río Toltén fueron habitadas por los indígenas llamados “Lafquenches” cuya etimología nos lleva a definirlos como “Gente del mar”. Se trataba de un grupo o ramificación del pueblo Mapuche y que tenían una rara costumbre funeraria, por cierto muy similar a la de los pueblos europeos nórdicos y que consistía en poner al fallecido en una balsa encaminándola por el mar en dirección a la Isla Mocha donde se produciría el fenómeno de la resurrección de sus almas.
Luego de dos días maravillosos en la isla llegó el momento del retorno y nuestro anfitrión nos llevó al aeródromo donde abordamos esta vez una avioneta Piper pilotada por Juan Carlos Paul propietario de la empresa aeronáutica y también dueño de la avioneta en que habíamos llegado días antes junto a Boris Shulz.
A muy pocos días de nuestro regreso, exactamente el día 08.01.2017, sucedió un accidente aéreo donde en un viaje desde la isla y ya aterrizando en Tirúa, la avioneta Cessna pilotada por Boris Shulz capotó llevándose tanto su vida como la de sus tres pasajeros.
Ustedes tal vez puedan imaginarse lo que pasa por nuestra mente, los sentimientos que se cruzan, por cierto lógicamente de pesar por lo sucedido, pero también de incertidumbre sobre los recovecos de la vida, del destino, de la fe, qué se yo.
Cuando ya pensaba que esto era parte del inventario de anécdotas de mi vida, sucedió el accidente del pasado día 23 de abril cuando una aeronave a muy pocos minutos del despegue de Isla Mocha y a no más de 150 metros de la playa, capotó llevándose las vidas del piloto y de tres de sus cuatro pasajeros, pues una mujer de alguna aun inexplicable forma fue eyectada, consiguiendo nadar y ser rescatada por lugareños.
El piloto de este accidente era Juan Carlos Paul, el mismo que nos trasladó desde la isla al continente en ese ahora ya casi épico viaje en el que hicimos el reportaje turístico.
No quiero hacer parecer que le doy una connotación misteriosa a la coincidencia que ambos pilotos de nuestro viaje a Isla Mocha efectuado en diciembre de 2016 hayan fallecido en accidentes aéreos.
Simplemente creo que los caminos de sus vidas y de la mía se cruzaron, justamente en la isla de la resurrección de las almas y quisiera pensar que la de ellos, que sus almas y la de todos los pasajeros fallecidos hoy descansan en paz.
Contador auditor
En diciembre de 2016 viajé por primera y única vez a Isla Mocha, la maravillosa y a la vez misteriosa isla ubicada a 35 kilómetros del continente, frente a las costas de la provincia de Arauco en la región del Biobío.
En esa oportunidad viajé junto a mi amigo Víctor Saavedra y fuimos con el único fin de efectuar un video reportaje para los canales de venta de mi agencia turística Brachitour.
Siempre había querido conocer esta isla que aún hoy me genera infinita curiosidad, tanto por lo que había leído sobre ella como por los incipientes y a la vez notables reportajes de televisión de los años 80 y 90 y me estoy refiriendo a “Tierra adentro” y “La Tierra en que vivimos”.
Era mi vez de emular a los maestros Paul Landon y Sergio Nuño, qué emoción más grande.
Estaba todo planificado y en el aeródromo de Tirúa nos aguardaba el piloto Boris Shulz quien en una avioneta Cessna 172 nos cruzaría hasta la isla.
Mi amigo Víctor se sentó junto a Boris, tanto por sus méritos al ser el camarógrafo de la expedición como por su no menor estatura lo que le permitiría estirar sus piernotas. Yo en cambio, bajito, me acomodé como obediente sardina en la segunda corrida junto a otros dos pasajeros.
El cruce fue tranquilo y breve y en no más de 15 minutos ya posábamos en el aeródromo de la isla donde nos aguardaba Julio Hahn dueño del Loft Punta del Saco, y quien fue nuestro gentil anfitrión en el tiempo que estuvimos en la Mocha.
Todo lo que vimos y aprendimos en ese viaje está contenido en un video de Youtube titulado en portugués “Ilha Mocha lugar de ressurreição das almas” y que usted caso tenga la curiosidad puede ver en este link: https://www.youtube.com/watch?v=RXEob9HOi1E .
Sólo me limitaré a explicar el concepto de “Resurrección de las almas” que creo se hace necesario para entender lo que más adelante les diré.
Las costas de Arauco entre Cañete y el Río Toltén fueron habitadas por los indígenas llamados “Lafquenches” cuya etimología nos lleva a definirlos como “Gente del mar”. Se trataba de un grupo o ramificación del pueblo Mapuche y que tenían una rara costumbre funeraria, por cierto muy similar a la de los pueblos europeos nórdicos y que consistía en poner al fallecido en una balsa encaminándola por el mar en dirección a la Isla Mocha donde se produciría el fenómeno de la resurrección de sus almas.
Luego de dos días maravillosos en la isla llegó el momento del retorno y nuestro anfitrión nos llevó al aeródromo donde abordamos esta vez una avioneta Piper pilotada por Juan Carlos Paul propietario de la empresa aeronáutica y también dueño de la avioneta en que habíamos llegado días antes junto a Boris Shulz.
A muy pocos días de nuestro regreso, exactamente el día 08.01.2017, sucedió un accidente aéreo donde en un viaje desde la isla y ya aterrizando en Tirúa, la avioneta Cessna pilotada por Boris Shulz capotó llevándose tanto su vida como la de sus tres pasajeros.
Ustedes tal vez puedan imaginarse lo que pasa por nuestra mente, los sentimientos que se cruzan, por cierto lógicamente de pesar por lo sucedido, pero también de incertidumbre sobre los recovecos de la vida, del destino, de la fe, qué se yo.
Cuando ya pensaba que esto era parte del inventario de anécdotas de mi vida, sucedió el accidente del pasado día 23 de abril cuando una aeronave a muy pocos minutos del despegue de Isla Mocha y a no más de 150 metros de la playa, capotó llevándose las vidas del piloto y de tres de sus cuatro pasajeros, pues una mujer de alguna aun inexplicable forma fue eyectada, consiguiendo nadar y ser rescatada por lugareños.
El piloto de este accidente era Juan Carlos Paul, el mismo que nos trasladó desde la isla al continente en ese ahora ya casi épico viaje en el que hicimos el reportaje turístico.
No quiero hacer parecer que le doy una connotación misteriosa a la coincidencia que ambos pilotos de nuestro viaje a Isla Mocha efectuado en diciembre de 2016 hayan fallecido en accidentes aéreos.
Simplemente creo que los caminos de sus vidas y de la mía se cruzaron, justamente en la isla de la resurrección de las almas y quisiera pensar que la de ellos, que sus almas y la de todos los pasajeros fallecidos hoy descansan en paz.
Freddy Mora | Imprimir | 1015