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sábado 22 de marzo del 2025
Opinión 22-03-2025
La deuda pendiente con los estudiantes con TEA

Gabriel Valenzuela, director ejecutivo de la Fundación Felipe Camiroaga
El reciente caso de un estudiante con autismo que agredió a su profesora en Trehuaco ha puesto sobre la mesa un problema que todavía persiste en muchas aulas: la falta de inclusión efectiva. Aunque en los últimos años ha aumentado el diagnóstico de niños y niñas dentro del espectro autista, el sistema educativo avanza más lento en su adaptación a esta realidad, dejando a docentes con poca capacitación y a estudiantes sin herramientas suficientes para su desarrollo.
Si bien existen establecimientos que han logrado implementar modelos más inclusivos, en muchos casos, cuando un estudiante no encaja en el modelo tradicional, en lugar de buscar estrategias para apoyarlo, se le etiqueta como un problema. La educación sigue basada en metodologías rígidas, con escasa innovación para abordar la neurodivergencia. Los docentes no son culpables de esta crisis, pero sí enfrentan el desafío de trabajar con una formación que no siempre los prepara para ello.
Afortunadamente, hay experiencias y programas que demuestran que es posible avanzar. Implementar capacitaciones continuas para profesores, incorporar metodologías flexibles y potenciar el trabajo colaborativo con especialistas son pasos clave para lograr una verdadera inclusión. También es fundamental fortalecer el acceso a terapias y acompañamiento, para que cada estudiante tenga la oportunidad de desarrollar su máximo potencial dentro y fuera del aula.
La inclusión no puede ser solo un discurso; debe traducirse en acciones concretas. Si como sociedad nos comprometemos con este cambio, estaremos construyendo un futuro donde todos los niños y niñas, sin importar su condición, tengan la oportunidad de aprender, crecer y aportar con sus talentos.
El reciente caso de un estudiante con autismo que agredió a su profesora en Trehuaco ha puesto sobre la mesa un problema que todavía persiste en muchas aulas: la falta de inclusión efectiva. Aunque en los últimos años ha aumentado el diagnóstico de niños y niñas dentro del espectro autista, el sistema educativo avanza más lento en su adaptación a esta realidad, dejando a docentes con poca capacitación y a estudiantes sin herramientas suficientes para su desarrollo.
Si bien existen establecimientos que han logrado implementar modelos más inclusivos, en muchos casos, cuando un estudiante no encaja en el modelo tradicional, en lugar de buscar estrategias para apoyarlo, se le etiqueta como un problema. La educación sigue basada en metodologías rígidas, con escasa innovación para abordar la neurodivergencia. Los docentes no son culpables de esta crisis, pero sí enfrentan el desafío de trabajar con una formación que no siempre los prepara para ello.
Afortunadamente, hay experiencias y programas que demuestran que es posible avanzar. Implementar capacitaciones continuas para profesores, incorporar metodologías flexibles y potenciar el trabajo colaborativo con especialistas son pasos clave para lograr una verdadera inclusión. También es fundamental fortalecer el acceso a terapias y acompañamiento, para que cada estudiante tenga la oportunidad de desarrollar su máximo potencial dentro y fuera del aula.
La inclusión no puede ser solo un discurso; debe traducirse en acciones concretas. Si como sociedad nos comprometemos con este cambio, estaremos construyendo un futuro donde todos los niños y niñas, sin importar su condición, tengan la oportunidad de aprender, crecer y aportar con sus talentos.
Freddy Mora | Imprimir | 146