lunes 22 de julio del 2024
El Diario del Maule Sur
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Opinión 09-07-2024
LA REVOLUCION DE LOS ALUMNOS DEL LICEO DE LINARES EN 1920
Jaime Gonzàlez Colville
Academia Chilena de la Historia

1913 fue un año de gran agitación, inédito en el país, promovido por la Federación de Estudiantes de Chile (FECH) organismo creado en 1906 por el rector de la Universidad de Chile Valentín Letelier. Los alumnos, tras organizar fiestas de la primavera, iniciaron luego discusiones mayores, como cuestionar el sistema educativo.
La contingencia por el tema de la educación llegó a Talca, Linares, Cauquenes (y a todo Chile), agitada por una creciente Federación de Estudiantes de Chile, abriendo un tenaz campaña, que fue secundada por los estudiantes de casi todos los Liceos. En los alumnos del plantel linarense la agitación cundió con rapidez, toda vez que, en opinión de Julio Chacón, “la juventud de Linares que hacía un año había despertado de un largo sueño” , en la noche del 29 de mayo de 1913 la ciudadanía linarense vio con asombro la primera huelga estudiantil en esta ciudad, con desfiles, letreros de protesta y rechazo al modelo educativo. Ningún Liceo de las otras ciudades maulinas se plegó a este movimiento.
LA PRIMERA CONVENCIÒN ESTUDIANTIL CHILENA
Participación del Liceo de Linares
Junio de 1920, fue un turbulento año marcado por la elección presidencial, que tenía a un candidato, Arturo Alessandri, que planteaba reformas sociales. La Federación de Estudiantes de Chile (FECH) a través de su combativa revista “Claridad”, llevó una corriente de energía a los alumnos de Chile. En el citado mes organizó la Primera Convención Estudiantil Chilena, donde se analizó, con crítico acento, la reforma universitaria, promoviendo la idea de una modernización del aparato educativo. Se manifestaba que el estado docente que planteaba el Consejo de Instrucción Pública, estaba ya anquilosado, toda vez, en opinión de los educandos del año 20, no permitía desarrollar las posibilidades expresivas del ser humano. Esta situación se manifestaba en la ausencia de la libertad de cátedra, la asistencia obligatoria y la prohibición de trasladar al aula, ya sea de humanidades o universitaria fuera del horario de clases, la discusión solo se daba en los recintos universitarios. Es decir, se prohibía el debate.
Los estudiantes decidieron, por primera vez, analizar sobre la educación en Chile, la que se planteaba como “mutua y libre” e incluso, con ese lema, en 1918 se había creado una Universidad Popular Lastarria. Se analizó una eventual unión obrero-estudiantil. Este enlace de las dos realidades, el trabajo y el estudiante, hizo latente la disconformidad con el sistema político, iniciándose la discusión de la llamada “cuestión social”, coincidente con la elección presidencial de Alessandri y su propuesta de reivindicaciones sociales. En la línea de liderazgo estaban Pedro León Loyola, quien presidió la Convención de 1920, y Josè Domingo Gómez Rojas, cuya trágica muerte en la cárcel, en septiembre de ese año estremeció profundamente a la juventud de la época, Al Congreso convocado en junio de 1920 concurrieron unos mil doscientos delegados. Uno de los primeros actos de la FECH fue aprobar sus estatutos, publicar una Declaración de Principios y obtener más tarde la personalidad jurídica.
Si bien es cierto que de los Liceos de Talca y Cauquenes no concurrieron representantes, por prohibición de la dirección de ambos planteles, de Linares lo hizo una delegación encabezada por el alumno Héctor Aquiles Ortega y Sepúlveda, del sexto año de humanidades del plantel, con el respaldo del Rector Miguel Antonio Lois Solar.
La propuesta presentada establecía que los regímenes sociales no podían otorgar a todos los individuos de la sociedad las mismas garantías, en tanto no se dé solución al grave problema social. De entre todas las ponencias, fue una de las aceptadas casi unánimemente.
Se declaraba que el estudiante por su especial condición, era el más alto exponente de la cultura de un país y que no pueden llevar a cabo su propio mejoramiento, sino trata, en primer lugar, de buscar el de sus semejantes.
En un lenguaje bastante avanzado para un alumno de provincia de esa época, Héctor Ortega establecía que “debido al egoísmo de nuestros conciudadanos, la clase trabajadora no ha podido salir de la situación humillante en que se encuentra”.
Concluía aquella propuesta con una frase combativa: “Tengamos confianza en nosotros mismos, y una vez que las pasiones acallan sus voces y las protestas de los privilegiados caigan al nombre de la Libertad, Igualdad y Fraternidad, cantaremos la Marsellesa de los ideales del Pueblo sobre la Bastilla de la injusticia social”.
Todo muy iluso, pero eran señales inquietantes que nadie advirtió, y cuando se hizo, fue demasiado tarde.
(De “Historia del Liceo de Linares, 150 años”, en preparación. Prohibida su reproducción)
Freddy Mora | Imprimir | 268