Carlos Wistuba

Tu voz resplandece
en el cielo,
como tulipán de neón,
que dibuja la noche.
En tu casa
hay un rincón,
donde vivir es crear.
¿Será acaso,
porque nunca te detienes,
porque insistes en mostrarme
mundos
que sacas de tu sombrero,
y me invitas a pasar?

Entro en la mente del niño,
me guían tus manos de
titiritero
que señalan la marioneta
usurpando mi lugar.
La guardas dentro del sombrero
y haces brotar la inocencia perdida,
la paz de mis ojos,
mientras recorto hojas
que transformas en juegos nuevos,
donde pintamos universos,
donde la realidad se descubre
como un estado puro de poesía,
que revela la separación
como una ilusión
creada por mis tijeras.

Mago en acto perpetuo,
levantas tu bastón, envuelves el aire
y nacen primaveras.
Disuelves el dolor que oprime
mi cuerpo de niño cansado.
Y hasta haces aparecer la eternidad,
que siempre nos ha visto
como reflejos de un único ser.