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Opinión 13-09-2022
Margot Loyola Palacios “En Linares nació la voz de Chile… y su canto tiene el murmullo de las aguas maulinas”
En el pedestal de la estatua, inaugurada a mediodía del domingo 15 de setiembre de 2019, aparece la inscripción Margot Loyola Palacios, Hija Ilustre de Linares (1975) y las siguientes palabras que identifican la obra, para la historia y como un agradecimiento de su ciudad a la insigne Maestra, investigadora, folclorista y profesora:
“En Linares nació la voz de Chile…Margot nació en el mes de la patria, el 15 de septiembre de 1918, fecha que hoy se celebra en su honor al conmemorarse en Chile el Día del Folclor.
Su primer acercamiento a un instrumento fue a los ocho años. Su madre quería que fuera pianista. En 1926 contrataron al Señor Meza, un joven que viajaba desde Talca para hacerle clases en la casa de los Vila, familiares amigos que tenían un piano.
Margot estudiaba junto a la hija menor. “Recuerdo las primeras notas, que eran redondas: do, re, mi, fa, sol… Puras redonditas y las veía tan lindas, que se me quedaron aquí adentro”.
Aprendió su primera canción a los ocho años que, coincidentemente, tiene por nombre: “Adiós al piano”.
Cuando era pequeña y vivían aún en Linares improvisaba actividades para entretener a su familia y vecinos. Juan Loyola dice que era como una madre para él y sus hermanos, y que su presencia inundaba de alegría el hogar. Contó que una vez “la Margocita”, de once años, organizó un concierto para su familia con botellas llenas de agua, con las que obtenía distintas tonalidades, fabricando una especie de piano. También cuenta que, junto con Estela, inventaban obras de teatro. Armaban un escenario e instalaban cajones como asientos; su público eran niños que invitaban a la casa.
Los antecedentes indesmentibles señalan que efectivamente en nuestra Villa de Linares nació la voz de Chile, cuya vida y obra se ha quedado para siempre en la historia nuestra.
… y su canto tiene el murmullo de las aguas maulinas” ella misma junto con el conjunto Cuncumén quienes, en los años 50, sentaron las bases para que la renovación de la música de raíz folclórica que surgió en los años 60 tuviera buena acogida.
Gracias a ellos, la institucionalización de un concepto de folklore y la consolidación de un repertorio, una práctica performativa y una forma de acercarse al folklore, contarán con el apoyo universitario, pero también de la industria musical, especialmente de la radio y el disco.
Así se crea una relación entre la academia y la industria, que permitirá masificar en Chile un patrimonio musical y una forma de abordarlo, que de otro modo habría permanecido sumergido bajo la cultura de masas.
Las escuelas de temporada también dieron paso al nacimiento de conjuntos de proyección folclórica. Entre los más conocidos, Cuncumén y Millaray.
Cuncumén, cuyo primer director fue Rolando Alarcón -iniciador del neofolclor y después participante de La Nueva Canción Chilena-, y del cual fue director artístico durante varios años Víctor Jara, fue una de las primeras agrupaciones en proyectar sobre el escenario cantos y danzas recopilados en zonas rurales del país.
Sus integrantes habían actuado en un inicio en el Conjunto de Alumnos de Margot Loyola hasta que se independizaron con su nuevo nombre, Cuncumén que en mapudungun significa “Murmullo del agua”.
Freddy Mora | Imprimir | 1034