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jueves 26 de diciembre del 2024
Opinión 13-01-2024
María Irene Vallejos: Narradora de Historias, Constructora de Sueños
Ricardo Álvarez Vega
Contador Auditor y
Director Ejecutivo de Emproex
En el verano del año pasado, visitando a una hermana en Santiago, me encontré con una sobrina quien me invitó al Centro Cultural de Las Condes a dónde ella iría con su esposo y sus dos niñitas. Habría un Festival de Kamishibai y mi sobrina que es muy cosmopolita, ya de camino me fue interiorizando de qué se trataba. Llegando al local del evento me encontré rodeado de un muy colorido mundo cultural “Nipón”, con stands, exposiciones de juguetes, demostraciones de artes marciales y esos mini escenarios donde se desenvuelve esta técnica artística llamada Kamishibai.
Mi sobrina y su esposo aprovechando la presencia del “tío abuelo”, literalmente me “encaletaron” a las niñitas, mientras ellos se distraían libremente como pololos. No es un reclamo y tampoco fue un sacrificio pues los niños son una bendición que lo único que hacen es liberar al niño cautivo en este cuerpo sesentón. Los helados para los tres no tardaron en llegar y así recorríamos felices todos los espacios, hasta que llegamos frente a uno de los stands donde iba a iniciarse un teatro de Kamishibai.
Todos nos sentamos en torno de la artista, quien aguardó prudente que hubiera el respetuoso silencio que debe preceder a cualquier obra. Ahí conocí a María Irene Vallejos quien con magia y evidente expertise, relató “La Sopa de Piedra”.
Describir el contenido de la obra resulta intrascendente, pero lo que si deseo contarles es lo que ese día pude ver en los rostros de quienes como yo asistíamos su espectáculo. Todas las emociones, no exagero, todas las emociones pasaron por los rostros de todos los que ese día de verano asistíamos “La Sopa de Piedra”, denotando con ello una calidad emotiva de la artista que creo amigos no exagerar, se iguala al teatro, a la ópera o al ballet. El aplauso final de todos, incluyendo a los niños, fue rotundo, unánime y muy ruidoso.
Nunca más supe de María Irene y tampoco del Kamishibai, bueno, nunca más hasta hace unos días que casualmente me la encontré en el Terminal de Buses de Talca, donde ella aguardaba un bus para Santiago y yo uno para volver a Linares. La saludé y pude conversar con ella casi una hora, aun cuando yo dejé pasar varios buses para extender la tertulia.
María Irene Vallejos nace en San Fernando, pero tiene una esencia maulina impregnada en su ser a razón de un esposo e hijo ser talquinos. Con 44 años, esta apasionada mujer ha forjado su camino en la educación y la narración de historias. Su amor por el inglés la llevó a graduarse en Pedagogía en Inglés en la Universidad Autónoma de Chile, sede Talca, y a explorar la gestión pedagógica y curricular en la Universidad Andrés Bello. Pero su travesía no se detuvo allí; se aventuró hasta la Universidad de Calgary, Canadá, sumergiéndose en la riqueza de la literatura inglesa.
Fue durante su periplo por Estados Unidos y Canadá que María Irene descubrió una joya oculta: el Kamishibai. Una técnica japonesa que, como un hechizo, embrujó su corazón y encendió su creatividad. La magia del Kamishibai, con su teatro de papel y coloridas ilustraciones, como lo testimonié, logra cautivar tanto a niños como a adultos. Inspirada por la imaginería, la interpretación, el uso de la voz y la conexión con el público, María Irene decidió dedicarse a compartir historias locales, rescatando el patrimonio cultural de la séptima y sexta región de Chile.
Su inspiración no solo proviene de la técnica en sí, sino también de su querido maestro, el Profesor Pepe Cabana Kojachi. Como él afirma, los cuentos para niños son para todos, y los cuentos de adultos son para adultos. María Irene, con pasión desbordante, busca explorar y compartir las historias que definen su región, desde la majestuosidad de la cordillera hasta las tradiciones de los arrieros y la belleza del enoturismo.
Sin embargo, como cualquier viaje en busca de sueños, María Irene enfrenta hoy desafíos económicos. Los recursos para esta noble labor los costea personalmente. En un país donde el Kamishibai ha crecido en difusión desde los años 90, gracias a narradores y editoriales destacados, María Irene se encuentra en la misión de llevar esta forma única de contar historias a nuevas alturas y traer a la Región del Maule esta experiencia. Vaya que importante eso sería.
Su próximo destino es Perú, Lima, pues fue invitada a participar en representación de Chile y de la Región del Maule a un encuentro de alta calidad, esencial para su desarrollo formativo y que reunirá a destacadas figuras de la gestión cultural y mediación lectora latinoamericanas, guiadas por el Maestro Pepe Cabana Kojachi que a todo esto es peruano.
María Irene requiere nuestra ayuda para poder materializar este viaje y pienso que no puede ser que su pasión por difundir el Kamishibai en Chile y particularmente en la Región del Maule sea una carga que soporte sola sobre sus hombros y que se convierta en un proyecto comunitario, que ella retribuirá aportando talleres que rescaten las tradiciones de la Región del Maule.
El llamado de mis palabras es por lo tanto a la colaboración económica de empresas, entidades públicas y también privados que tengan reales intereses culturales y el deseo de ser parte de este sueño. Quien quiera colaborar económicamente deberá entrar en contacto directo con María Irene a través de su correo electrónico: kokoro.marcandorutas@gmail.com.
Contador Auditor y
Director Ejecutivo de Emproex
En el verano del año pasado, visitando a una hermana en Santiago, me encontré con una sobrina quien me invitó al Centro Cultural de Las Condes a dónde ella iría con su esposo y sus dos niñitas. Habría un Festival de Kamishibai y mi sobrina que es muy cosmopolita, ya de camino me fue interiorizando de qué se trataba. Llegando al local del evento me encontré rodeado de un muy colorido mundo cultural “Nipón”, con stands, exposiciones de juguetes, demostraciones de artes marciales y esos mini escenarios donde se desenvuelve esta técnica artística llamada Kamishibai.
Mi sobrina y su esposo aprovechando la presencia del “tío abuelo”, literalmente me “encaletaron” a las niñitas, mientras ellos se distraían libremente como pololos. No es un reclamo y tampoco fue un sacrificio pues los niños son una bendición que lo único que hacen es liberar al niño cautivo en este cuerpo sesentón. Los helados para los tres no tardaron en llegar y así recorríamos felices todos los espacios, hasta que llegamos frente a uno de los stands donde iba a iniciarse un teatro de Kamishibai.
Todos nos sentamos en torno de la artista, quien aguardó prudente que hubiera el respetuoso silencio que debe preceder a cualquier obra. Ahí conocí a María Irene Vallejos quien con magia y evidente expertise, relató “La Sopa de Piedra”.
Describir el contenido de la obra resulta intrascendente, pero lo que si deseo contarles es lo que ese día pude ver en los rostros de quienes como yo asistíamos su espectáculo. Todas las emociones, no exagero, todas las emociones pasaron por los rostros de todos los que ese día de verano asistíamos “La Sopa de Piedra”, denotando con ello una calidad emotiva de la artista que creo amigos no exagerar, se iguala al teatro, a la ópera o al ballet. El aplauso final de todos, incluyendo a los niños, fue rotundo, unánime y muy ruidoso.
Nunca más supe de María Irene y tampoco del Kamishibai, bueno, nunca más hasta hace unos días que casualmente me la encontré en el Terminal de Buses de Talca, donde ella aguardaba un bus para Santiago y yo uno para volver a Linares. La saludé y pude conversar con ella casi una hora, aun cuando yo dejé pasar varios buses para extender la tertulia.
María Irene Vallejos nace en San Fernando, pero tiene una esencia maulina impregnada en su ser a razón de un esposo e hijo ser talquinos. Con 44 años, esta apasionada mujer ha forjado su camino en la educación y la narración de historias. Su amor por el inglés la llevó a graduarse en Pedagogía en Inglés en la Universidad Autónoma de Chile, sede Talca, y a explorar la gestión pedagógica y curricular en la Universidad Andrés Bello. Pero su travesía no se detuvo allí; se aventuró hasta la Universidad de Calgary, Canadá, sumergiéndose en la riqueza de la literatura inglesa.
Fue durante su periplo por Estados Unidos y Canadá que María Irene descubrió una joya oculta: el Kamishibai. Una técnica japonesa que, como un hechizo, embrujó su corazón y encendió su creatividad. La magia del Kamishibai, con su teatro de papel y coloridas ilustraciones, como lo testimonié, logra cautivar tanto a niños como a adultos. Inspirada por la imaginería, la interpretación, el uso de la voz y la conexión con el público, María Irene decidió dedicarse a compartir historias locales, rescatando el patrimonio cultural de la séptima y sexta región de Chile.
Su inspiración no solo proviene de la técnica en sí, sino también de su querido maestro, el Profesor Pepe Cabana Kojachi. Como él afirma, los cuentos para niños son para todos, y los cuentos de adultos son para adultos. María Irene, con pasión desbordante, busca explorar y compartir las historias que definen su región, desde la majestuosidad de la cordillera hasta las tradiciones de los arrieros y la belleza del enoturismo.
Sin embargo, como cualquier viaje en busca de sueños, María Irene enfrenta hoy desafíos económicos. Los recursos para esta noble labor los costea personalmente. En un país donde el Kamishibai ha crecido en difusión desde los años 90, gracias a narradores y editoriales destacados, María Irene se encuentra en la misión de llevar esta forma única de contar historias a nuevas alturas y traer a la Región del Maule esta experiencia. Vaya que importante eso sería.
Su próximo destino es Perú, Lima, pues fue invitada a participar en representación de Chile y de la Región del Maule a un encuentro de alta calidad, esencial para su desarrollo formativo y que reunirá a destacadas figuras de la gestión cultural y mediación lectora latinoamericanas, guiadas por el Maestro Pepe Cabana Kojachi que a todo esto es peruano.
María Irene requiere nuestra ayuda para poder materializar este viaje y pienso que no puede ser que su pasión por difundir el Kamishibai en Chile y particularmente en la Región del Maule sea una carga que soporte sola sobre sus hombros y que se convierta en un proyecto comunitario, que ella retribuirá aportando talleres que rescaten las tradiciones de la Región del Maule.
El llamado de mis palabras es por lo tanto a la colaboración económica de empresas, entidades públicas y también privados que tengan reales intereses culturales y el deseo de ser parte de este sueño. Quien quiera colaborar económicamente deberá entrar en contacto directo con María Irene a través de su correo electrónico: kokoro.marcandorutas@gmail.com.
Freddy Mora | Imprimir | 1406