Ps. Paulina Castillo Salgado
Psicóloga UC del Maule; Especialista en Familias, Infancia y Adolescencia; Diplomada en Políticas Públicas y Sociales.



Los titulares en general hablan del abuso por casos que involucran a personas públicas donde lo relativo al abuso sexual se ha centrado más en la figura los presuntos ofensores que de las victimas reales.

Hoy necesitamos hablar de abuso, que como en este y otros casos afecta a niños, niñas y adolescentes (en adelante NNA) los que, por sus edades, ser migrante, tener una capacidad diferente, situación económica, la falta de voz -o de credibilidad- quedan muchas veces atrapados en una doble situación de desprotección.

Sobre la credibilidad – o la falta de ésta- el cuestionamiento hacia la víctima se centra en el tiempo transcurrido entre el hecho en sí mismo y la develación, sin pensar que se trata de una situación dolorosa y traumática, ni considerar las secuelas físicas, emocionales y sociales, que implica el sobrevivir de un abuso sexual. Cuestión ya prevista por la legislación que promulga la ley de entrevista videograbada (para evitar la revictimización en el proceso investigativo) en 2018 y declarando imprescriptibles los delitos sexuales cometidos contra menores de edad (liberando de presiones a la víctima en cuanto a plazo para ejercer una acción penal) en 2019.

Lo anterior, no ha sido suficiente para combatir una realidad que mantiene cifras estimadas en 40 mil NNA víctimas de delitos sexuales, y es necesario ocuparse de estas materias, legislar para obtener justicia, pero también para prevenir su ocurrencia, y ahí es donde se sitúa el desafío. Pasar de una lógica reactiva a la formulación de estrategias y políticas públicas preventivas.

No definiré lo que es el abuso porque infiero -con bastante pesar- que cada lector es capaz de definirlo en virtud de sus propias trayectorias de vida. Pero si, es necesario establecer algunos supuestos para entender el abuso de índole sexual, esto es, la falta de consentimiento, basado en la incomprensión de la práctica en la que se le está involucrando como niño y la existencia de una relación asimétrica de responsabilidad, confianza o poder.

Entender el abuso en relación con otro es crucial para encender las señales de alerta respecto de los niños de hoy- denominados generación Alpha- los que nativos digitales desarrollan sus relaciones interpersonales y toda socialización por medios remotos, reduciendo aún más nuestras posibilidades de prevenirlo, reconocerlo y detenerlo a tiempo.

Hoy necesitamos hablar de abuso, para que padres, madres o cuidadores sepan reconocer señales e indicadores de riesgo y movilizarse hacia la protección de sus hijos.

Hoy necesitamos hablar de abuso, para que los niños, niñas y adolescentes estén informados de qué conductas son permitidas por otros y cuáles no.

Hoy necesitamos hablar de abuso, para que quienes aún están en silencio, se atrevan a contar los que les pasó.

Hoy necesitamos hablar de abuso, porque de las acciones u omisiones de hoy, deviene el bienestar de los niños, niñas y adolescentes de nuestro país.

Hoy, necesitamos hablar.