Moisés Castillo, poeta linarense

Miles de hectáreas de bosques quemados los años, en época estival.
Miles de viviendas consumidas por el fuego. Cientos de seres humanos calcinados por las llamas.
En Valparaíso, Santa Olga, El Maule, La Araucanía o la Patagonia, da lo mismo.
Nuestra orgullosa república tercer mundista se encuentra indemne a esta agresión externa, llevada adelante por terroristas, inmorales, intrínsecamente cobardes, del oculto poder genocida del dinero.
Los mega incendios son programados por los siniestros grupos ocultos de los poderes económicos.
Para estos grupos, los incendios constituyen en lucrativo negocio: Siembran los incendios desde el aire, utilizando rayos flamígeros. Esto explica por qué los fuegos brincan quebradas, ciudades, cauces de ríos caudalosos y son originados simultáneamente en lugares distantes y regiones distintas.
¿Recuerdan ustedes a la ciudadana chilena-norteamericana, que, a costa de su pecunio, arrendó una nave Tanker para extinguir los incendios el año 2017? Le negaban hasta la loza en el aeropuerto. Ciertamente esa aeronave, no pertenecía ni rentaba a los dueños del macabro negocio internacional de los incendios.
Es triste decirlo, pero nuestro país sigue y seguirá siendo servil al imperio del dinero.
Chile no tiene control sobre su espacio aéreo. Nos queman el país cuando se les da el gusto y la gana.
¿Cuál es la función de nuestras fuerzas armadas? ¿Hasta donde llega la complicidad de nuestros políticos gobernantes y la miopía de nuestros servicios de inteligencia?
Nuestros medios de comunicación y periodistas estúpidos, culpando a tal o a cuál inocente de provocar las flamas para que los fiscales hagan su show cotidiano.
Nos han convertido solo en seres apetitivos, comedores y defecadores compulsivos del consumismo promocionado y artificiosamente exacerbado. Miren ahora como ardieron miles de viviendas, muchos cientos de automóviles convertidos en chatarra y miles de compatriotas asesinados.
Ahora si que corresponde convocar al Consejo de Seguridad Nacional, COSENA.
Miles de millones de dólares dilapidados del escuálido erario nacional, todos los años, en apagar los incendios y que irán a parar a las cuentas millonarias de esos grupos terroristas que siembran rayos flamígeros desde el cielo, para cosechar dinero.