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lunes 23 de diciembre del 2024
Social 03-05-2023
Reducción de la jornada laboral ¿una real contribución a la conciliación trabajo-familia?
Para la investigadora de Universidad Autónoma de Chile en Talca, Dra. Verónica Gómez, se necesita voluntad de trabajadores y empleadores para que los acuerdos sean en beneficios de ambas partes, incluidas allí las familias. Se requiere una cultura de la corresponsabilidad.
Gremio de trabajadores, figuras de la política y la opinión pública valoraron como positiva la reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales. Sin embargo, alrededor de esta promulgación se desencadena una serie de realidades relacionadas con la equidad de género y acuerdos entre trabajadores y empleadores, los cuales merecen ser analizados.
Al respecto, la Dra. Verónica Gómez, académica e investigadora de la Universidad Autónoma de Chile en Talca, señaló que la reducción de la jornada laboral y ciertos grados de flexibilidad “son pasos en la dirección correcta”, ya que permiten que las personas organicen sus tiempos familiares y laborales de una manera más armónica. Sin embargo, para que esto sea una real contribución a la conciliación trabajo-familia “debe haber voluntad por parte de trabajadores, trabajadoras y empleadores para que la distribución de la jornada sea hecha en función de los intereses de ambos, y no sólo de las empresas”.
La investigadora especialista en género y políticas sociales con foco en la conciliación trabajo-familia, destacó que estas medidas se dan en un contexto cultural en el cual todavía se espera que las mujeres sean las responsables del cuidado. Por lo tanto, lo más probable es que sean utilizadas mayoritariamente por las mujeres para dicho fin.
“En esa lógica, es muy positivo que la ley hable de padres, madres, cuidadores y cuidadoras, sin encasillar el cuidado como una cuestión que concierne sólo a las mujeres. No obstante, es necesario que las empresas promuevan una cultura de la corresponsabilidad, de manera que directivos y supervisores no envíen a las y los trabajadores la señal de que utilizar estas medidas es algo indeseable o que tendrán algún costo en términos de promoción y desarrollo de carrera”, resaltó.
A juicio de Gómez, si esto ocurre es poco probable que la promulgación tenga impactos positivos en la igualdad de género en el mundo laboral. “No hay que olvidar que muchas de las medidas contempladas en la ley suponen acuerdos entre trabajadores, trabajadoras y empleadores, por lo cual es importante promover una conversación a nivel de la organización para ver cómo pueden repensarse procesos de manera que todos y todas salgan beneficiados. También hay que pensar en las personas que están a cargo de adultos y adultas mayores no autovalentes, que es una realidad cada vez más común en Chile”.
CINCO AÑOS PARA LA ADAPTACIÓN
Para la Doctora en Sociología, el plazo máximo de cinco años para la adecuación de la jornada es más tiempo del deseado, si se estiman fundamentalmente los beneficios que esto podría representar para la salud de la fuerza laboral, así como el bienestar de los niños, niñas y adolescentes que actualmente comparten poco tiempo con madres y padres que trabajan fuera del hogar.
No obstante, la investigadora reconoce el efecto negativo que una rápida implementación puede tener para las pequeñas empresas en Chile, “en general bastante frágiles”, razón por la cual resultaría complejo asumir las implicaciones económicas de esta reducción de jornada.
“Tal vez una idea posible, habría sido proponer incentivos para que las empresas de mayor tamaño, que sí pueden hacerlo, adoptaran la medida en un plazo menor. Hoy la ley se los permite, pero no necesariamente lo incentiva”, sugiere.
Gremio de trabajadores, figuras de la política y la opinión pública valoraron como positiva la reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales. Sin embargo, alrededor de esta promulgación se desencadena una serie de realidades relacionadas con la equidad de género y acuerdos entre trabajadores y empleadores, los cuales merecen ser analizados.
Al respecto, la Dra. Verónica Gómez, académica e investigadora de la Universidad Autónoma de Chile en Talca, señaló que la reducción de la jornada laboral y ciertos grados de flexibilidad “son pasos en la dirección correcta”, ya que permiten que las personas organicen sus tiempos familiares y laborales de una manera más armónica. Sin embargo, para que esto sea una real contribución a la conciliación trabajo-familia “debe haber voluntad por parte de trabajadores, trabajadoras y empleadores para que la distribución de la jornada sea hecha en función de los intereses de ambos, y no sólo de las empresas”.
La investigadora especialista en género y políticas sociales con foco en la conciliación trabajo-familia, destacó que estas medidas se dan en un contexto cultural en el cual todavía se espera que las mujeres sean las responsables del cuidado. Por lo tanto, lo más probable es que sean utilizadas mayoritariamente por las mujeres para dicho fin.
“En esa lógica, es muy positivo que la ley hable de padres, madres, cuidadores y cuidadoras, sin encasillar el cuidado como una cuestión que concierne sólo a las mujeres. No obstante, es necesario que las empresas promuevan una cultura de la corresponsabilidad, de manera que directivos y supervisores no envíen a las y los trabajadores la señal de que utilizar estas medidas es algo indeseable o que tendrán algún costo en términos de promoción y desarrollo de carrera”, resaltó.
A juicio de Gómez, si esto ocurre es poco probable que la promulgación tenga impactos positivos en la igualdad de género en el mundo laboral. “No hay que olvidar que muchas de las medidas contempladas en la ley suponen acuerdos entre trabajadores, trabajadoras y empleadores, por lo cual es importante promover una conversación a nivel de la organización para ver cómo pueden repensarse procesos de manera que todos y todas salgan beneficiados. También hay que pensar en las personas que están a cargo de adultos y adultas mayores no autovalentes, que es una realidad cada vez más común en Chile”.
CINCO AÑOS PARA LA ADAPTACIÓN
Para la Doctora en Sociología, el plazo máximo de cinco años para la adecuación de la jornada es más tiempo del deseado, si se estiman fundamentalmente los beneficios que esto podría representar para la salud de la fuerza laboral, así como el bienestar de los niños, niñas y adolescentes que actualmente comparten poco tiempo con madres y padres que trabajan fuera del hogar.
No obstante, la investigadora reconoce el efecto negativo que una rápida implementación puede tener para las pequeñas empresas en Chile, “en general bastante frágiles”, razón por la cual resultaría complejo asumir las implicaciones económicas de esta reducción de jornada.
“Tal vez una idea posible, habría sido proponer incentivos para que las empresas de mayor tamaño, que sí pueden hacerlo, adoptaran la medida en un plazo menor. Hoy la ley se los permite, pero no necesariamente lo incentiva”, sugiere.
Freddy Mora | Imprimir | 1365
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