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domingo 27 de abril del 2025, Saludamos a Zita
Opinión 27-04-2025
TURISMO AL DÍA Turistificación: ¿Sueño o pesadilla?
Ricardo Álvarez V.
Director Ejecutivo de Emproex
El pasado miércoles, en el exitoso seminario "Creando Destinos Turísticos" organizado por Emproex conjuntamente con el Centro de Negocios de Sercotec de Linares, uno de los temas que más llamó la atención fue la ponencia del profesor Mirko Vera, director del Instituto de Turismo de la Universidad Austral de Chile. Entre varios conceptos interesantes, introdujo un término que, para muchos, podría sonar nuevo: la turistificación.
¿Qué es la turistificación? De manera sencilla, es el proceso por el cual un lugar —una ciudad, un barrio, un paraje rural— comienza a transformarse principalmente para atender las necesidades del turismo. A primera vista, esto podría parecer el sueño de cualquier operador turístico: más visitantes, más dinamismo económico, más oportunidades. Sin embargo, en su cara menos amable, para quienes viven en esos lugares, puede significar el aumento del costo de la vida, la pérdida de identidad cultural, la saturación de servicios, e incluso, en casos extremos, la expulsión de los habitantes originales.
Un fenómeno aún lejano, pero no imposible
Afortunadamente, en la Región del Maule estamos lejos aún de enfrentar una turistificación severa. Nuestro territorio sigue conservando en general su ritmo propio, su carácter apacible, su contacto sincero entre residentes y visitantes. No obstante, ya existen pequeñas señales en eventos muy específicos, como la festividad de San Sebastián en Panimávida o la de San Francisco en Huerta de Maule, donde por unos días, la afluencia masiva de personas cambia radicalmente la dinámica habitual.
Si miramos hacia otros destinos del país, podemos ver ejemplos más notorios. Pucón, a orillas del lago Villarrica, es hoy uno de los casos más evidentes: durante la temporada alta de verano, la ciudad sufre una congestión vial severa, escasez de servicios básicos, aumento de precios, y una presión constante sobre su infraestructura. Algo similar ocurre en Farellones, en la Región Metropolitana. Aunque con poca población permanente, durante el invierno el flujo masivo de visitantes en busca de nieve y deportes de montaña satura la capacidad de los caminos, los servicios turísticos y de emergencia, generando serias complicaciones tanto para turistas como para trabajadores del lugar.
Estos ejemplos, aunque lejanos a nuestra realidad maulina, nos sirven como advertencia y aprendizaje. Nos invitan a reflexionar a tiempo. No se trata de alarmar, sino de comprender que, si deseamos que el turismo crezca —y debemos desearlo— también tenemos que planificar de manera consciente para que dicho crecimiento sea sostenible y respetuoso.
El turismo como FODA: fortaleza y amenaza
Mirando el fenómeno de la turistificación desde una perspectiva FODA (Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas), podemos decir que la llegada masiva de visitantes es una fortaleza en cuanto dinamiza economías locales, diversifica la actividad económica y fomenta el emprendimiento. Al mismo tiempo, se presenta como una amenaza si se desborda sin regulación, afectando negativamente la calidad de vida de los habitantes y deteriorando la esencia de los lugares.
Una oportunidad para hacer las cosas bien
La clave está en anticiparse. En aprender de lo ocurrido en otros destinos más saturados. Hoy, tenemos la oportunidad de construir destinos turísticos maulinos que sean acogedores tanto para el visitante como para quienes los habitan. Esto implica, entre otras cosas, respetar las capacidades de carga de los lugares, involucrar a la comunidad local en la toma de decisiones, y mantener siempre vivo el espíritu auténtico que hace único a cada rincón de nuestra región.
Hablar de turistificación no debe ser visto como un llamado al pánico, sino como una invitación a la planificación consciente. Que la Región del Maule crezca como destino turístico, sí; pero que lo haga de la mano de su gente, preservando su cultura, su patrimonio y su calidad de vida.
El desafío está planteado. Depende de nosotros aprovechar la oportunidad y no lamentar después una transformación que, una vez desatada, suele ser difícil de revertir.
Director Ejecutivo de Emproex
El pasado miércoles, en el exitoso seminario "Creando Destinos Turísticos" organizado por Emproex conjuntamente con el Centro de Negocios de Sercotec de Linares, uno de los temas que más llamó la atención fue la ponencia del profesor Mirko Vera, director del Instituto de Turismo de la Universidad Austral de Chile. Entre varios conceptos interesantes, introdujo un término que, para muchos, podría sonar nuevo: la turistificación.
¿Qué es la turistificación? De manera sencilla, es el proceso por el cual un lugar —una ciudad, un barrio, un paraje rural— comienza a transformarse principalmente para atender las necesidades del turismo. A primera vista, esto podría parecer el sueño de cualquier operador turístico: más visitantes, más dinamismo económico, más oportunidades. Sin embargo, en su cara menos amable, para quienes viven en esos lugares, puede significar el aumento del costo de la vida, la pérdida de identidad cultural, la saturación de servicios, e incluso, en casos extremos, la expulsión de los habitantes originales.
Un fenómeno aún lejano, pero no imposible
Afortunadamente, en la Región del Maule estamos lejos aún de enfrentar una turistificación severa. Nuestro territorio sigue conservando en general su ritmo propio, su carácter apacible, su contacto sincero entre residentes y visitantes. No obstante, ya existen pequeñas señales en eventos muy específicos, como la festividad de San Sebastián en Panimávida o la de San Francisco en Huerta de Maule, donde por unos días, la afluencia masiva de personas cambia radicalmente la dinámica habitual.
Si miramos hacia otros destinos del país, podemos ver ejemplos más notorios. Pucón, a orillas del lago Villarrica, es hoy uno de los casos más evidentes: durante la temporada alta de verano, la ciudad sufre una congestión vial severa, escasez de servicios básicos, aumento de precios, y una presión constante sobre su infraestructura. Algo similar ocurre en Farellones, en la Región Metropolitana. Aunque con poca población permanente, durante el invierno el flujo masivo de visitantes en busca de nieve y deportes de montaña satura la capacidad de los caminos, los servicios turísticos y de emergencia, generando serias complicaciones tanto para turistas como para trabajadores del lugar.
Estos ejemplos, aunque lejanos a nuestra realidad maulina, nos sirven como advertencia y aprendizaje. Nos invitan a reflexionar a tiempo. No se trata de alarmar, sino de comprender que, si deseamos que el turismo crezca —y debemos desearlo— también tenemos que planificar de manera consciente para que dicho crecimiento sea sostenible y respetuoso.
El turismo como FODA: fortaleza y amenaza
Mirando el fenómeno de la turistificación desde una perspectiva FODA (Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas), podemos decir que la llegada masiva de visitantes es una fortaleza en cuanto dinamiza economías locales, diversifica la actividad económica y fomenta el emprendimiento. Al mismo tiempo, se presenta como una amenaza si se desborda sin regulación, afectando negativamente la calidad de vida de los habitantes y deteriorando la esencia de los lugares.
Una oportunidad para hacer las cosas bien
La clave está en anticiparse. En aprender de lo ocurrido en otros destinos más saturados. Hoy, tenemos la oportunidad de construir destinos turísticos maulinos que sean acogedores tanto para el visitante como para quienes los habitan. Esto implica, entre otras cosas, respetar las capacidades de carga de los lugares, involucrar a la comunidad local en la toma de decisiones, y mantener siempre vivo el espíritu auténtico que hace único a cada rincón de nuestra región.
Hablar de turistificación no debe ser visto como un llamado al pánico, sino como una invitación a la planificación consciente. Que la Región del Maule crezca como destino turístico, sí; pero que lo haga de la mano de su gente, preservando su cultura, su patrimonio y su calidad de vida.
El desafío está planteado. Depende de nosotros aprovechar la oportunidad y no lamentar después una transformación que, una vez desatada, suele ser difícil de revertir.
Freddy Mora | Imprimir | 149