sábado 14 de septiembre del 2024
El Diario del Maule Sur
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Hoy
Opinión 01-09-2024
Turismo al Día: Premonición
Ricardo Álvarez V.
Director Ejecutivo de EMPROEX

Ser un guía turístico, conlleva el ejercicio de un oficio, que aunque cada día se profesionaliza más, aún no adquiere esa condición. Siendo así, el uso de técnicas adquiridas por la teoría y la práctica se complementa con situaciones que muchas veces rayan en lo inexplicable. Hoy les voy a contar una de esas situaciones que me sucedió actuando como guía de un grupo de turistas brasileños en un tour a Valparaíso.

“Premonición”
Una vez, cuando era niño, comenzó a temblar y mi padre nos hizo salir a todos al patio de la casa, ya que, aunque la casa era relativamente nueva, él consideró que era más seguro estar afuera. Recuerdo como si fuera hoy que estábamos los seis abrazados, los dos padres y los cuatro hermanos, de los cuales yo soy el menor. Mientras esto ocurría, nuestro perro, un hermoso perdiguero llamado Hunter, no paraba de ladrar y correr alrededor de nosotros, como si nos estuviera advirtiendo de algo. Recuerdo que nunca se quedó quieto y nunca se acercó al lugar donde estábamos parados. Pasó el tiempo y, cuando se realizaron trabajos en el patio de la casa, se descubrió que justo debajo del lugar donde nos habíamos quedado ese día, estaba la frágil y débil tapa de una antigua fosa séptica ya desactivada, cubierta por tierra y pasto. Ese día, Hunter se convirtió en el héroe de la familia. Quise contarles esto para facilitarles la comprensión de la continuación de esta historia.

Era verano y ese día con la Brachitour, haríamos un tour a Viña del Mar y Valparaíso, donde yo iría como guía del grupo. Después de recoger a los pasajeros, formamos un grupo de doce personas, incluyendo al conductor y a mí, y partimos hacia la costa. Ya en la carretera, pasando por el Valle de Casablanca y considerando que en el grupo había dos monjas, decidí hacer una parada en el Santuario de Nuestra Señora la Virgen de Lo Vásquez. Todos quisieron bajar allí, algunos solo para aprovechar los baños, pero la mayoría para visitar el templo con absoluto respeto. Yo aproveché y compré en un quiosco un paquete de velas y fui a encenderlas en un lugar especial, destinado para eso, en la parte exterior del templo. Estaba en esta tarea cuando un perro se acercó, algo muy común aquí en Chile. Pero este perro se parecía mucho al de la historia que les conté al principio, Hunter, y los misteriosos caminos de la mente hicieron que a mis pensamientos llegara la palabra: "Terremoto".

El tour continuó y pronto ya estábamos en Valparaíso, donde después de visitar la casa-museo de Pablo Neruda en el cerro Bellavista, nos dirigimos al Paseo Yugoslavo, en los cerros Alegre y Concepción. Para que sepan y los que ya conocen lo recuerden, Valparaíso es un gran anfiteatro donde el puerto y el centro de la ciudad están entre el borde costero y una serie de cerros, todos ellos con características diferenciadas y de gran interés turístico. El Paseo Yugoslavo tiene, por ejemplo, el gran atractivo de contar con bellas y antiguas casas construidas por inmigrantes, no solo de la antigua y desaparecida Yugoslavia, sino también de Alemania e Inglaterra. Entre estas casas se encuentra el famoso Palacio Baburizza, que perteneció a una rica familia con ese apellido. El Paseo Yugoslavo también se destaca por sus miradores, todos excelentes para observar la bahía, los barcos y toda la actividad portuaria.

Estábamos recorriendo cada uno de esos miradores y mis turistas brasileños, muy alegres, tomaban muchas fotos y se hacían selfies. Realmente todo estaba resultando perfecto. Pero algo en mi interior no estaba bien, algo me inquietaba y en esos pensamientos no dejaba de aparecer la palabra "Terremoto", que como ya les conté, quedó en mi mente como consecuencia de ver al perro de Lo Vásquez. Cada uno de los miradores tiene barandas y pasamanos que protegen a las personas de caer desde las alturas a los barrancos e incluso precipicios. Varias de estas protecciones ya muestran claras señales de deterioro por el tiempo y el poco cuidado que han recibido.

Justamente tres de mis turistas se apoyaban en una de estas barandas y yo, como en un acto reflejo y sin mucha justificación aún, grité que salieran de allí, que era peligroso. No solo ellos obedecieron, sino también otras personas que estaban allí. Fue entonces, en una fracción de segundo, cuando todo comenzó. La tierra comenzó a moverse, cada vez con más fuerza e intensidad. Y la gente en su mayoría turistas comenzó a gritar. Un buen guía sabe exactamente dónde están sus turistas y yo, que ya soy experimentado, en diez segundos estaba con todos ellos junto a mí. Allí, todos nos sosteníamos y yo, viendo los rostros de miedo de mis turistas, les decía que se calmaran, que esto pasaría, que pronto todos estaríamos bien y bla bla bla. Palabras al viento, claro, porque cada uno sentía como su derecho, vivir esta su primera experiencia telúrica, como bien quisiera. Y si alguien está imaginando a las monjas rezando, se equivoca, porque ellas eran las que más gritaban.

Poco a poco, el fuerte sismo fue pasando y entonces solo las piernas seguían temblando. Terminado el sismo, tuve que hacer la pregunta tonta de costumbre, si cada uno de ellos estaba bien. Algunos solo me miraron y otros me respondieron que sí, que todo estaba bien. Este temblor, y lo llamo así porque en Chile los llamamos terremoto cuando supera los 7 grados, alcanzó una intensidad de 6,7 en Valparaíso. Por el mismo motivo anterior y esa extraña capacidad que los chilenos hemos desarrollado ante situaciones como estas, es que continuamos con el paseo con casi absoluta normalidad, aunque en ningún momento se dejó de hablar sobre lo ocurrido.

La mente nos sorprende con situaciones en las que tenemos la impresión de que lo que estamos viviendo es una repetición de un acto ya vivido. Eso es lo que llaman dejavu, pero esto para mí fue sin duda una premonición. Bendito perrito Hunter, dondequiera que estés, pues soy un convencido que me ayudaste otra vez.
Freddy Mora | Imprimir | 594