HAY QUE ENCENDERLE UNA VELA
Mariano Roca

Hay que encenderle una vela
al ánima de un paisano,
que se topó con la muerte
entre Chillan y San Carlos.

Dicen que dicen algunos
que el finado es milagroso,
otros que son fantasías
o desvaríos del pueblo.

Que lo han visto presentarse
aseguran los creyentes,
y que allí donde aparece
es milagro asegurado.

Hasta dicen que lo han visto
devolviendo lo robado,
que es el mismo huaso Raimundo
que muerto se volvió bueno.

Comentan las malas lenguas
que era en Linares nacido,
y de niño muy temido
el ladino huaso matrero.

A caballo por los campos
como pájaro sin nido,
vivió solo el bandolero
de día y noche perseguido.

Despuntando el siglo veinte
su choco asoló los campos,
era oriundo de Linares
era más malo que el “natre”






Dicen que dijeron otros
que era hombre bueno y honrado,
el que allí encontró la muerte
por unos pesos robados.

Que no era el Huaso Raimundo
el que en la huesera yacía,
por solo alcance de nombre
el tiempo los confundía.

Era este otro hombre dijeron
un ciudadano de Ninhue,
que en fatal y aciaga noche
sufrió alevosa estocada.

De Ninhue viene soñando
y muere de puñalada,
el Reimundo comerciante
que era piadoso y honrado.

Confundidos en el tiempo
están Raimundo el bandido
y el comerciante Reimundo
animitas del camino.

No digan que no les dije
que el finado es milagroso,
si este u otro da lo mismo
cumplirá de igual manera.

Así pasarán los años
y la pena de los vivos,
la irán curando los muertos
a la orilla del camino.