LA BACANTE
Mariano Roca


De hiedras, su rojo cabello coronado,
llamas que besan a la vida y a la muerte
celebrando la savia de salvaje fuerza,
se agita el alma, el aire y la tierra
a su terrible clamor en valles y colinas.

Cual sinfonía de atávicos tambores
late en su pecho el encendido fuego,
entregada al ritmo divino y ancestral
la sacerdotisa de pasión delirante,
entre pámpanos extática danzante.

El espíritu bullente salvaje y libre
de la invitada a la sagrada orgía,
al festín de la vida, al éxtasis puro,
en la selva de pasiones desatada
celeste bóveda de chispas salpicada.

Nacida del fuego, de la espuma y el deseo,
hija del día y de la noche primigenios
embriagada de cósmicos placeres
en su centro el divino néctar anidado
a Dioniso entrega el alma la bacante.