martes 04 de febrero del 2025
El Diario del Maule Sur
FUNDADO EL 29 DE AGOSTO DE 1937
Hoy
Opinión 04-02-2025
UN ENCUENTRO EN LA PALABRA Taller Literario de la “AGRUPACIÓN CULTURAL GERMÁN MOURGUES BERNARD”
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DE ABANICOS Y ALQUITRÁN.

Antonia de María.

Muchos borsalinos sin cabeza circulan irónicamente luciendo cintas rojas. El aire esta mojado, la piel helada, la niebla ligera y gris. No puedo verme, no puedo ver mis pies, si me muevo entonces el alquitrán llora desde paredes inexistentes, oscuras y lúgubres ¿o es una pared de alquitrán? ¿es solo otro túnel o el final del camino? No sé cómo decírtelo, no veo nada y sin embargo lo veo todo. Hacia arriba una enorme y redonda luna roja con pinceladas negras horizontales se encumbra y se aleja mortalmente.
Seres extraños, seres humanos, seres sintientes, invisibles y famélicos, crujen y braman, bandeados. Seres como voces, silenciadas o silenciosas, abnegadas, desencantadas, vagan transparentes. Los motivos, como diminutos abanicos de muchos colores alegres y opacados, misteriosos o culpables, pululan alrededor de las sombras. La voz con forma de pera amarilla reclama y llora “No te entiendo, No puedo entenderte” gimotea y los motivos se le escapan y se calla y llora otra vez. La voz cuadrada trata de razonar “Eres espíritu, no cuerpo; eres vida, no eternidad”. La piel helada y empapada con el aire mojado sabe que algo está mal, pero no dice nada. Las manos tiemblan, la mente se esconde. Algo primitivo brota de mí. No se puede creer, no después de haber vivido. La piel helada, los músculos cansados, la sangre congelada, se derriten. No me veo, no me ven y sin embargo veo todo. La palabra pierde sentido. Abanicos de alquitrán se abren debajo de mí, pero no puedo ver mis pies. ¿Cómo voy a creer?
La voz que razona pide mantener la calma. “No se trata de no confiar”, dice con autoridad. No la escucho, no la quiero escuchar, hay una paradoja trágica detrás de todo esto. “El dolor es necesario, el dolor hace bien” chillan las voces con sabor a limón. Mi boca está seca, mis oídos secos, yo soy tierra desértica. Las voces con lenguas de cartón, resecas como yo, hablan como si estuvieran borrachas, muy ciertas, muy sinceras y muy insignificantes.
Estoy fragmentada.
Las voces no se escuchan, no se entienden, se desesperan y lloran. Mientras más agua bebo, más me reseco. Mientras más las escucho, más me ensordecen. Son las voces humanas, carentes, indigentes, solitarias, errantes, fragmentadas también, no puedo odiarlas, siento por ellas lo que nadie ha sentido por mí, una piedad infinita.
Los sombreros indiferentes, con cintas rojas, muchas cintas rojas como sangre, como la luna, oscuridad, alquitrán, desesperanza, bailan, indiferentes, sarcásticos, burlones. Las voces quieren poseerlos, destruirlos. La danza es grotesca y caen rendidas y derrotadas. Es su destino. Mientras más agua bebo, más me reseco. Mientras más las escucho, más me ensordecen. Mientras más veo, menos existo. Es mi destino. Es el agua que bebo. Es el alquitrán. El agua no calma. El alquitrán lo mancha todo. Las voces continúan sordas en un murmullo seco, quebradizo, desértico. No sé si aún existo. No sé si alguna vez existí. Entonces lo comprendo. No hay salida. No hay respuesta. Solo la danza absurda de los borsalinos, la luna roja con pinceladas negras que se aleja y las voces que seguirán clamando, eternamente sedientas. Es el destino.
Freddy Mora | Imprimir | 97