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martes 08 de abril del 2025, Saludamos a Constanza
Opinión 08-04-2025
UN ENCUENTRO EN LA PALABRA Taller Literario de la “AGRUPACIÓN CULTURAL GERMÁN MOURGUES BERNARD”
ALUMBRAMIENTO
Antonia estrada (relato en 200 palabras)
Respiró profundo, miró lentamente a su alrededor y sintió que de algún modo, el tenue rayo de sol que entraba por la rendija aliviaba su dolor. Nuevamente una contracción. Era el momento de volver a pujar. Pero el miedo de lo que le tocaría vivir, la incertidumbre, quedárselo o que se lo arrebataran, no tenía cómo saber, y ya no podía seguir aferrándose a la idea de que sólo ella era quien decidiría la vida de este hijo.
Las pisadas de las botas acercándose a pocos metros se sentían una eternidad.
“¡Apúrate, mujer! No tenemos todo el día, ni menos para atenderte”
Tragó saliva, amarga. Sintió los labios ásperos y levemente ferrosos. El sabor de la sangre la trasladó mentalmente a su sala clases, cuando se llevaba el sacapuntas a la boca en un burdo intento por calmar la ansiedad ante las preguntas de la profesora.
Ya no había tiempo. La llave estaba entrando en el cerrojo de la celda. El sudor corría por su cara y con cada esfuerzo sentía desvanecer su propia vida. Ella entregada a sus recuerdos, corriendo entre los pastizales secos en enero de la mano de su hermano. Tantas risas que ya volverá a escuchar.
COEXISTENCIA
Loyth Verdugo A.
A lo lejos se la vio transitar por el camino más complicado, pareciera que buscara azotarse contra el suelo, y con su leve sonrisa hace creer que disfrutara que la observaran. En silencio es mirada y, lentamente él se acerca a ella. “Hola”… le repite, tres veces fueron necesarias para que volviera la vista atrás. “Perdón”, se le escuchó decir, “¿nos conocemos de antes?” continúa, “tu rostro me es familiar”. Intentando proseguir con su andar, él logró equiparar su velocidad, y luego de ya varias cuadras de conversación, parecían conocidos desde hace años. Nunca se habían visto en persona, pero claro, las redes sociales y las coincidencias, sin quererlo, ya tenían trabajo avanzado a su favor. Resultó que él era primo de un amigo de ella, y aunque vive a las afueras, el mundo es chico. Al paso de unas palabras más, intercambiando gustos, algunos más otros menos, coordinaron, y él emprendió el viaje a tierras desconocidas donde habitaba ella. Ella se transformó en guía turística y él no ponía reparos a ningún panorama propuesto por ella. Ir a lugares sin expectativas mayores que el disfrute de todo lo nuevo. La conexión ya era tal, que hacía el juego de caminar con sus ojos cerrados, y esto, era completamente atractivo para ella. Ya bajando el sol, el cuerpo de ambos pedía un descanso. Mirándose, ya sin palabras, se dijeron lo que ya hace horas, o quizás desde el tercer “hola” de su encuentro, pensaron en decirse mutuamente. Bastaron solo unos pestañeos más, para que la atmosfera de ese atardecer de otoño empezara a parecer verano.
Antonia estrada (relato en 200 palabras)
Respiró profundo, miró lentamente a su alrededor y sintió que de algún modo, el tenue rayo de sol que entraba por la rendija aliviaba su dolor. Nuevamente una contracción. Era el momento de volver a pujar. Pero el miedo de lo que le tocaría vivir, la incertidumbre, quedárselo o que se lo arrebataran, no tenía cómo saber, y ya no podía seguir aferrándose a la idea de que sólo ella era quien decidiría la vida de este hijo.
Las pisadas de las botas acercándose a pocos metros se sentían una eternidad.
“¡Apúrate, mujer! No tenemos todo el día, ni menos para atenderte”
Tragó saliva, amarga. Sintió los labios ásperos y levemente ferrosos. El sabor de la sangre la trasladó mentalmente a su sala clases, cuando se llevaba el sacapuntas a la boca en un burdo intento por calmar la ansiedad ante las preguntas de la profesora.
Ya no había tiempo. La llave estaba entrando en el cerrojo de la celda. El sudor corría por su cara y con cada esfuerzo sentía desvanecer su propia vida. Ella entregada a sus recuerdos, corriendo entre los pastizales secos en enero de la mano de su hermano. Tantas risas que ya volverá a escuchar.
COEXISTENCIA
Loyth Verdugo A.
A lo lejos se la vio transitar por el camino más complicado, pareciera que buscara azotarse contra el suelo, y con su leve sonrisa hace creer que disfrutara que la observaran. En silencio es mirada y, lentamente él se acerca a ella. “Hola”… le repite, tres veces fueron necesarias para que volviera la vista atrás. “Perdón”, se le escuchó decir, “¿nos conocemos de antes?” continúa, “tu rostro me es familiar”. Intentando proseguir con su andar, él logró equiparar su velocidad, y luego de ya varias cuadras de conversación, parecían conocidos desde hace años. Nunca se habían visto en persona, pero claro, las redes sociales y las coincidencias, sin quererlo, ya tenían trabajo avanzado a su favor. Resultó que él era primo de un amigo de ella, y aunque vive a las afueras, el mundo es chico. Al paso de unas palabras más, intercambiando gustos, algunos más otros menos, coordinaron, y él emprendió el viaje a tierras desconocidas donde habitaba ella. Ella se transformó en guía turística y él no ponía reparos a ningún panorama propuesto por ella. Ir a lugares sin expectativas mayores que el disfrute de todo lo nuevo. La conexión ya era tal, que hacía el juego de caminar con sus ojos cerrados, y esto, era completamente atractivo para ella. Ya bajando el sol, el cuerpo de ambos pedía un descanso. Mirándose, ya sin palabras, se dijeron lo que ya hace horas, o quizás desde el tercer “hola” de su encuentro, pensaron en decirse mutuamente. Bastaron solo unos pestañeos más, para que la atmosfera de ese atardecer de otoño empezara a parecer verano.
Freddy Mora | Imprimir | 112
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