martes 22 de octubre del 2024
El Diario del Maule Sur
FUNDADO EL 29 DE AGOSTO DE 1937
Hoy
Opinión 22-10-2024
UN ENCUENTRO EN LA PALABRA Taller Literario de la “AGRUPACIÓN CULTURAL GERMÁN MOURGUES BERNARD” TRIBULACIONES DE UN ESCRITOR
Mariano Roca

Allí estaba, frente a la página en blanco, víctima de una gran paradoja. Había investigado exhaustivamente el tema de la inspiración, desde sus raíces mitológicas hasta las explicaciones científicas más recientes. Sabía cómo los antiguos griegos atribuían la creatividad a un don divino, y cómo la psicología moderna la vincula con los procesos inconscientes. Sin embargo, a pesar de todos sus conocimientos, no lograba encontrar las palabras adecuadas para comenzar su relato sobre este enigmático fenómeno.
A menudo, mientras deambulaba por los campos que circundaban el pueblo, sentía brotar en su interior chispas de inspiración. Eran ideas vagas e imprecisas, pero colmadas de promesas, que le serían útiles para crear lo que imaginaba su obra maestra. Anhelaba escribir algo profundo y original, un relato que lo catapultara al éxito literario y la fama. Apresuraba, entonces, el regreso a su estudio. Sin embargo, a pesar de ese fugaz entusiasmo, cada vez se sentía más frustrado al sentarse frente a ese escritorio donde irremediablemente las ideas parecían esfumarse.
No le faltaba material, había investigado profundamente el tema, había leído también a los grandes clásicos: Dante, Goethe, Baudelaire, Cervantes, Rabelais, y muchos otros. Su aspiración era escribir una obra que los igualara, un relato que capturara la esencia de la inspiración sin mencionarla explícitamente. Imaginaba una trama estructurada en torno a la lucha dialéctica entre un escritor atormentado internamente por fuerzas misteriosas en su proceso creativo. Sabía que era una idea genial, era profunda e innovadora, y si la trabajaba bien podría convertirse en un hito importante en la historia de la literatura.
Su idea había sido muy aplaudida en el círculo literario al que pertenecía. Como director de la biblioteca y reconocido erudito, se esperaba mucho de él. A pesar de haber escrito solo un breve cuento en su juventud gozaba de esa gran reputación. Sin embargo, ahora que intentaba plasmar su nueva idea, se sentía bloqueado. Las palabras se negaban a fluir, y el papel en blanco lo intimidaba. Sentía la profunda presión de las expectativas, propias y ajenas. Estaba en juego el prestigio que lo acompañaba desde que había obtenido ese premio con su única obra conocida.
Se había sentado frente al escritorio incontables veces, pero las palabras se negaban a obedecerle. Buscaba esa voz única que lo diferenciaría de los demás escritores. Sin embargo, allí seguía la página en blanco como un espejo que reflejaba su inseguridad. A pesar de los fracasos, no abandonaba la esperanza de encontrar esa conexión profunda que le permitiera dar vida a sus ideas.
Así pasaban los días y el escritor seguía estancado ante la página en la que apenas había escrito una línea. La hoja, antes el soporte de múltiples posibilidades había llegado a convertirse en su peor enemigo. Su mente, alguna vez fértil y creativa, se le aparecía hoy yerma y desolada. Desde su juventud había soñado con escribir una obra maestra, una novela que trascendiera el tiempo. Eso, sumado al peso y la presión de cumplir cincuenta años lo agobiaban cada vez más. Sensación que se hacía aún más intensa ahora que, ya retirado, no tenía la excusa de la falta de tiempo. Y aunque todos lo llamaran "escritor", en su fuero interno estaba empezando a dudar de que eso fuera cierto. Empezaba a sentir que la misteriosa Calíope nunca lo visitaría, a pesar de haberse encomendado tantas veces a ella.
Se pasó la mano por el rostro, sintiendo las huellas de la frustración pensó: ¿y si las musas son solo un mito? ¿Y si la inspiración es simplemente un espejismo que había perseguido desde que había iniciado su proyecto? Se levantó de la silla, se acercó a la ventana. La ciudad, envuelta en la penumbra, parecía ajena a sus tormentos. Recordó, entonces, las palabras de su profesor: "La inspiración no es una musa que baja del Olimpo, sino el resultado del trabajo duro y la disciplina". Pero ¿cómo podía trabajar si su mente se negaba a colaborar?
Miró por última vez la página en blanco, que parecía esbozar una burlona mueca bajo el pretencioso título: "LAS TRIBULACIONES DE UN ESCRITOR". Dejó caer el lápiz, con resignación, sobre los papeles en desorden. Mientras… se extinguía lentamente la débil llama de la estufa y el frío nocturno comenzaba a morder sus huesos.
Freddy Mora | Imprimir | 84